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Oseas 11:6 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

La guerra acabará con sus ciudades, sus enemigos destruirán sus fortalezas y echarán todo por los suelos.

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Biblia Reina Valera 1960

Caerá espada sobre sus ciudades, y consumirá sus aldeas; las consumirá a causa de sus propios consejos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

La guerra, como un torbellino, pasará por sus ciudades; los enemigos derribarán sus puertas. Los destruirán, atrapándolos en sus propios planes malignos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

La espada arrasará sus ciudades, exterminará a sus hijos y se saciará con sus fortalezas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

La espada gravitará en sus ciudades, Y el fuego consumirá las barras de sus puertas, Porque siguieron sus propios consejos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Llegará la espada a sus ciudades, descerrajará sus cerrojos, los devorará por sus amaños.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y caerá espada sobre sus ciudades, y consumirá sus aldeas; las consumirá a causa de sus propios consejos.

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Oseas 11:6
25 Tagairtí Cros  

Sus malas acciones los contaminaron, pues su amor a los ídolos era adulterio a los ojos de Dios.


Una y otra vez los libró, pero ellos continuaban rebelándose contra él, y finalmente fueron destruidos por su pecado.


Pero antes que lancen el ataque y mientras estén madurando sus planes como uvas, él los cortará como con podadora. Podará los zarcillos que se extienden.


Tus ciudades amuralladas quedarán silenciosas y vacías, abandonadas las casas, invadidas las calles por malas hierbas, y las vacas pacerán por la ciudad rumiando ramas y arbustos.


¡Ay de mis hijos rebeldes!, dice el Señor, ¡piden consejo de todos menos de mí, y resuelven hacer precisamente lo que yo no quiero! Hacen pactos sin mi consentimiento, y cometen pecados una y otra vez.


Por lo tanto el Señor, en un solo día, destruirá a los jefes de Israel y a los profetas mentirosos.


Y ellos devorarán tus cosechas y el pan de tus hijos e hijas, se apropiarán de tus rebaños de ovejas y tu ganado; sí, y también se comerán tus uvas e higos; y saquearán tus ciudades, las que tú considerabas muy seguras por tener fuertes murallas y torreones defensivos.


La guerra destructora caerá sobre los caldeos, dice el Señor. Caerá la guerra sobre el pueblo de Babilonia sin que se libren ni sus príncipes ni sus sabios.


Las puertas de Jerusalén han caído por el suelo; el Señor destruyó por completo sus cerrojos. Su rey y sus príncipes andan como extranjeros en tierras lejanas. Ya no hay ley y sus profetas ya no tienen visiones de parte del Señor.


Profetiza y di: “Oye el mensaje del Señor. ¡Yo te incendiaré, oh bosque, y todos los árboles perecerán, los verdes y los secos por igual! Las terribles llamas no se apagarán y chamuscarán el mundo entero.


Por lo tanto, los terrores de la guerra los perseguirán y sus fortalezas serán destruidas. Les sucederá lo mismo que a Bet Arbel, cuando el rey Salmán la destruyó el día de la batalla y aplastó a las madres junto con sus hijos.


Ese ídolo, el dios becerro, será llevado a Asiria como un regalo para el gran rey. Se burlarán de Efraín por haber confiado en este ídolo; Israel quedará avergonzado.


Samaria debe llevar su culpa, pues se ha rebelado contra su Dios. Su pueblo será arrasado por el ejército invasor, sus bebés serán estrellados contra el suelo y a las mujeres embarazadas les abrirán el vientre.


Israel es testaruda como una novilla, no deja que el Señor la cuide y la lleve a pastar al campo, como si fuera un corderito.


Como Efraín, es decir, Israel, se ha entregado a los ídolos, ¡pues que se quede con ellos!


Haré que todo el castigo anunciado en mi ley caiga sobre ustedes. Huirán a las ciudades y enviaré plagas contra ustedes allí. Serán conquistados por sus enemigos.


Haré que sus ciudades queden desiertas, destruiré los lugares de adoración, y no responderé a sus ofrendas de incienso.


Los esparciré entre las naciones, y los destruiré. Sus tierras serán desoladas y sus ciudades quedarán destruidas.


El Señor, el Dios Todopoderoso, ha jurado por su propia gran fama: «¡Yo desprecio el orgullo y la vanidad de Israel, y odio sus hermosos palacios! Por eso entregaré esta ciudad a sus enemigos; sí, la entregaré con todo lo que hay en ella».


Destruiré tus murallas y demoleré las torres de defensa de tus ciudades.


»Miren, el día del juicio se acerca. Será un día ardiente, como un horno. Ese día los soberbios y los malvados serán quemados como la paja; serán consumidos por completo, de modo que no quedará nada de ellos. Lo digo yo, el Señor Todopoderoso.


Esa nación pondrá sitio a tus ciudades y derribará tus murallas altas, en las cuales confiaste creyendo que serían tu protección.


Por fuera los atacará la espada del enemigo; por dentro la plaga mortal aterrorizará a jóvenes y a muchachas por igual, al niño de pecho y al hombre de avanzada edad.