No importaba qué cantidad usara, siempre quedaba suficiente en los depósitos, tal como el Señor lo había prometido por medio de Elías.
Mateo 9:28 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Al llegar a la casa, Jesús les preguntó: ―¿Creen que puedo devolverles la vista? ―Sí, Señor —le contestaron—; creemos. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Biblia Nueva Traducción Viviente Entraron directamente a la casa donde Jesús se hospedaba, y él les preguntó: —¿Creen que puedo darles la vista? —Sí, Señor —le dijeron—, lo creemos. Biblia Católica (Latinoamericana) Cuando Jesús estuvo en casa, los ciegos se le acercaron, y Jesús les preguntó: '¿Creen que puedo hacer esto?' Contestaron: 'Sí, Señor. La Biblia Textual 3a Edicion Y llegando a la casa, acudieron a Él los ciegos. Jesús les dice: ¿Creéis que puedo hacer esto? Le respondieron: Sí, Señor. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Llegado a la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les dijo: '¿Creéis que yo puedo hacer esto?'. Ellos le responden: 'Sí, Señor'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y llegado a casa, los ciegos vinieron a Él; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos le dijeron: Sí, Señor. |
No importaba qué cantidad usara, siempre quedaba suficiente en los depósitos, tal como el Señor lo había prometido por medio de Elías.
Mas tarde, aquel mismo día, Jesús salió de la casa y se dirigió a la orilla del lago.
Cuando despidieron a la multitud y regresaron a la casa, sus discípulos le pidieron que les explicara el simbolismo de la mala hierba y el trigo.
Por causa de la incredulidad de la gente no hizo allí muchos milagros.
Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, la suegra de este estaba en cama con una fiebre muy alta.
cuando, de pronto, un leproso se le acercó y se puso de rodillas ante él. ―Señor —suplicó el leproso—, si quieres, puedes curarme.
Jesús se volvió y le dijo: ―Hija, tu fe te ha sanado. Vete tranquila. Y la mujer sanó en aquel mismo momento.
Cuando regresaba de la casa del jefe judío, dos ciegos lo siguieron gritando: ―¡Hijo de David, apiádate de nosotros!
Entonces él les tocó los ojos y dijo: —Hágase realidad lo que han creído.
Jesús le respondió: ―¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios?
Ese hombre estaba muy atento a la predicación de Pablo. Este, al notarlo, comprendió que aquel hombre tenía suficiente fe para obtener su sanidad.