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Marcos 1:41 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Jesús, compadecido, lo tocó y le dijo: ―Quiero; queda curado.

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Biblia Reina Valera 1960

Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Movido a compasión, Jesús extendió la mano y lo tocó. —Sí quiero —dijo—. ¡Queda sano!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Sintiendo compasión, Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: 'Quiero, queda limpio.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y se le enternecieron las entrañas, y extendiendo su mano lo tocó, y le dice: Quiero, ¡sé limpio!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Movido a compasión, extendió la mano, lo tocó y le dice: 'Quiero; queda limpio'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y Jesús, teniendo compasión de él, extendió su mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.

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Marcos 1:41
12 Tagairtí Cros  

Entonces Dios dijo: «¡Que aparezca la luz!». Y apareció la luz.


Porque bastó que hablara, y surgió el mundo. ¡A su mandato, apareció!


Al ver a las multitudes, sintió compasión de ellas, porque eran como ovejas desamparadas y dispersas que no tienen pastor.


Un leproso se le acercó y, de rodillas, le dijo: ―Si quieres, puedes sanarme.


E instantáneamente la lepra desapareció y quedó limpio.


Jesús se levantó, reprendió a los vientos y dijo a las olas: ―¡Silencio! ¡Cálmense! Los vientos cesaron y todo quedó en calma,


La tomó de la mano y le dijo: ―Talita cum (que significa: Levántate, niña).


Al bajar Jesús de la barca vio a la multitud, y se compadeció de ellos porque parecían ovejas sin pastor. Y comenzó a enseñarles muchas cosas.


Él es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de su ser y el que sostiene el universo con su palabra poderosa. Y después de haber realizado la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de Dios en el cielo.


Por eso era necesario que en todo fuera semejante a sus hermanos, pues sólo así podía ser un sumo sacerdote fiel y misericordioso al servicio de Dios, con el propósito de pagar por los pecados del pueblo.


Nuestro sumo sacerdote entiende nuestras debilidades, porque él mismo experimentó nuestras tentaciones, si bien es cierto que nunca cometió pecado.