Sus ojos verán al Rey en su belleza, y a los montes celestiales en la lejanía.
Lucas 9:29 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Mientras oraba, su cara cambió y su ropa se volvió blanca y brillante. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente. Biblia Nueva Traducción Viviente Y mientras oraba, la apariencia de su rostro se transformó y su ropa se volvió blanca resplandeciente. Biblia Católica (Latinoamericana) Y mientras estaba orando, su cara cambió de aspecto y su ropa se volvió de una blancura fulgurante. La Biblia Textual 3a Edicion Y mientras oraba,° la apariencia de su rostro se volvió diferente, y su vestido, blanco resplandeciente. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y mientras estaba orando, el aspecto de su rostro se transformó y sus vestidos se volvieron de una blancura deslumbrante. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestidura se hizo blanca y resplandeciente. |
Sus ojos verán al Rey en su belleza, y a los montes celestiales en la lejanía.
Era como tierno retoño que brota de una raíz en tierra seca. No había nada de belleza en él. No tenía atractivo como para desearlo.
Allí Jesús se transfiguró delante de los discípulos. Su rostro se volvió brillante como el sol, y su ropa blanca como la luz.
Después de esto, se apareció Jesús en otra forma a dos de ellos que iban caminando hacia el campo.
En una ocasión en que todos iban para que Juan los bautizara, Jesús fue y también a él lo bautizó. Y mientras Jesús oraba, el cielo se abrió
En aquellos días se fue Jesús a la montaña y pasó toda la noche orando a Dios.
Un día en que Jesús estaba orando a solas, sus discípulos lo acompañaban, y él les preguntó: ―¿Quién dice la gente que soy yo?
Entonces aparecieron dos hombres: eran Moisés y Elías que conversaban con Jesús.
Y la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que le pertenece al Hijo único del Padre, en el que abundan el amor y la verdad.
Entonces los presentes en el salón del concilio vieron que el rostro de Esteban se parecía al de un ángel.
Y vi un gran trono blanco sobre el que alguien estaba sentado. Al verlo, la tierra y el cielo salieron huyendo, sin dejar rastro alguno.