Por cuanto has hecho esto, la lepra de Naamán se te pasará a ti, a tus hijos, y a los hijos de tus hijos para siempre. Tan pronto dejó a Eliseo, la piel de Guiezi se volvió completamente blanca, debido a la lepra.
Lucas 17:12 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Cuando entró en un pueblo, diez hombres que estaban enfermos de lepra le salieron al encuentro. Ellos se pararon un poco lejos de él, Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos Biblia Nueva Traducción Viviente Al entrar en una aldea, diez hombres con lepra se quedaron a la distancia, Biblia Católica (Latinoamericana) y al entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos. Se detuvieron a cierta distancia La Biblia Textual 3a Edicion Y entrando en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y entrando en una aldea, le vinieron al encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos, |
Por cuanto has hecho esto, la lepra de Naamán se te pasará a ti, a tus hijos, y a los hijos de tus hijos para siempre. Tan pronto dejó a Eliseo, la piel de Guiezi se volvió completamente blanca, debido a la lepra.
Había cuatro leprosos sentados fuera del muro de la ciudad. ―¿Qué hacemos aquí sentados? —se dijeron—.
―Hazlo otra vez —le dijo Dios. Cuando Moisés metió la mano y la volvió a sacar, estaba normal, completamente sana.
Y el Señor le dijo a Moisés: ―Si su padre le hubiera escupido el rostro, ella habría quedado impura durante siete días. Que quede fuera del campamento por siete días, y después podrá regresar.
El cobrador de impuestos, en cambio, se quedó a cierta distancia y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo. Se golpeaba el pecho y decía: “¡Dios mío, ten compasión de mí, que soy pecador!”.
Un día que Jesús estaba en un pueblo, se presentó un hombre enfermo de lepra. Al ver a Jesús, se inclinó hasta tocar con su rostro el suelo y le suplicó: ―Señor, si quieres, puedes sanarme.