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Levítico 23:28 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

No harán en aquel día ningún trabajo, porque es el día del Perdón, en el cual se pide al Señor perdón por los pecados del pueblo.

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Biblia Reina Valera 1960

Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

No hagas ningún trabajo durante todo el día porque es el Día del Perdón, cuando se presentan ofrendas de purificación por ti, para hacerte justo ante el Señor tu Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

No harán ningún trabajo porque ése es el día del Perdón, en que se hace la expiación por ustedes delante de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Ningún trabajo haréis en ese mismo día, porque es un día de expiaciones, para hacer expiación por vosotros en presencia de YHVH, vuestro Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

No haréis en ese día ningún trabajo, porque es día de expiación, durante el cual se hace la expiación por vosotros delante de Yahveh, Dios vuestro.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Ninguna obra haréis en este mismo día; porque es el día de la expiación, para hacer expiación por vosotros delante de Jehová vuestro Dios.

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Levítico 23:28
15 Tagairtí Cros  

Sin embargo, fue Dios mismo el que decidió humillarlo y hacerlo sufrir hasta la agonía. Pero el siervo ofreció su vida en sacrificio por nuestros pecados. Por eso, tendrá una larga vida y llegará a ver sus descendientes. Todos los planes de Dios se harán realidad por medio de sus manos.


»”Setenta semanas han de pasar para que tu pueblo y Jerusalén pongan fin a su terquedad y maldad, para que pidan perdón por su maldad, establezcan para siempre la justicia, para que se cumplan la visión y la profecía, y consagren el lugar más especial del templo.


y hará expiación por el Lugar Santísimo, por el santuario, es decir, la Tienda de reunión, por el altar, por los sacerdotes y por el pueblo.


»Esta será una ley permanente para ustedes, para que hagan expiación por los pecados del pueblo de Israel una vez al año». Y todo se hizo conforme a las instrucciones que el Señor le había dado a Moisés.


¡Pon mucha atención, Josué, delante de ti he puesto una piedra! ¡Es una piedra extraordinaria de siete lados! En ella voy a dejar grabado un mensaje. ¡En un solo día perdonaré el pecado de esta tierra! ¡Lo afirmo yo, el Señor Todopoderoso!


Y como Jesucristo hizo la voluntad de Dios al sacrificar su propio cuerpo, una sola vez y para siempre, por eso nosotros somos santificados.


Porque con un solo sacrificio hizo perfectos para siempre a los que está santificando.


Él entró una sola vez y para siempre al Lugar Santísimo. No entró con sangre de chivos y becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno.


Si así hubiera sido, Cristo habría tenido que sufrir muchas veces desde que el mundo fue creado. Pero ahora, al final de los tiempos, se ha ofrecido una sola vez y para siempre para acabar con el pecado por medio de su propio sacrificio.


Él es el sacrificio que fue ofrecido por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.


Eso sí es amor verdadero. No se trata de que nosotros hayamos amado a Dios, sino de que él nos amó tanto que estuvo dispuesto a enviar a su único Hijo como sacrificio expiatorio por nuestros pecados.


Nosotros sabemos que Jesús es el Hijo de Dios porque Dios lo proclamó con gran voz desde el cielo en el momento en que lo bautizaban y también cuando moría. ¡No sólo en su bautismo sino también a la hora de su muerte! Y el Espíritu Santo, siempre veraz, lo afirma también.