Si un animal mata a un ser humano, yo lo castigaré. También castigaré a cualquier persona que mate a otro ser humano. Sí, yo pediré cuentas a cualquier animal o persona que mate a un ser humano.
Jueces 9:56 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Así castigó Dios a Abimélec y a los hombres de Siquén por el pecado de haber asesinado a los setenta hijos de Gedeón, y se cumplió la maldición de Jotán, hijo de Gedeón. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Así pagó Dios a Abimelec el mal que hizo contra su padre, matando a sus setenta hermanos. Biblia Nueva Traducción Viviente De esa forma, Dios castigó a Abimelec por el mal que había hecho contra su padre al matar a sus setenta hermanos. Biblia Católica (Latinoamericana) Así fue como Dios devolvió a Abimelec el mal que éste había hecho a su padre asesinando a sus setenta hermanos, La Biblia Textual 3a Edicion Así retribuyó ’Elohim a Abimelec el mal que había hecho contra su padre, al asesinar a sus setenta hermanos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Así devolvió Dios a Abimélec el mal que había hecho a su padre cuando mató a sus setenta hermanos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Así pagó Dios a Abimelec el mal que hizo contra su padre matando a sus setenta hermanos. |
Si un animal mata a un ser humano, yo lo castigaré. También castigaré a cualquier persona que mate a otro ser humano. Sí, yo pediré cuentas a cualquier animal o persona que mate a un ser humano.
El que mate a una persona, otra persona lo matará a él; porque los seres humanos fueron creados a la imagen de Dios.
Derramará fuego y azufre sobre los malvados y los abrasará con su ardiente soplo.
El que castiga a los homicidas tiene cuidado de los desvalidos. No olvida las súplicas de los atribulados que le piden ayuda.
Dios ha hecho que los pecados de los malvados se vuelvan contra ellos mismos. Él los destruirá por sus pecados. El Señor nuestro Dios los destruirá.
Al malvado lo tienen atrapado sus propios pecados, son cuerdas que lo atan y retienen.
porque de la manera como juzguen a otros, así Dios los juzgará a ustedes; Dios los va a tratar de la misma forma en que ustedes traten a los demás.
Los habitantes de la isla, al ver la víbora colgada de la mano de Pablo, se pusieron a decir entre ellos: «No cabe duda de que es un asesino. Pues aunque se salvó del mar, la justicia divina no lo deja vivir».
No se engañen a sí mismos; nadie puede engañar a Dios; uno siempre recogerá lo que haya sembrado.
En los hechos que ocurrieron como consecuencia, Abimélec y los ciudadanos que le ayudaron a dar muerte a los setenta hijos de Gedeón recibieron el justo castigo por estos crímenes.
Cuando sus hombres vieron que estaba muerto, se desbandaron y regresaron a sus hogares.