Cuando llegaron los comerciantes, sacaron a José de la cisterna y se lo vendieron por veinte monedas de plata. Los comerciantes siguieron el viaje llevando consigo a José hasta Egipto.
Jueces 8:22 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Más tarde los hombres de Israel le dijeron a Gedeón: ―Sé nuestro rey. Tú, tus descendientes y todos tus hijos reinen sobre nosotros, por cuanto nos has salvado de Madián. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y los israelitas dijeron a Gedeón: Sé nuestro señor, tú, y tu hijo, y tu nieto; pues que nos has librado de mano de Madián. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces los israelitas dijeron a Gedeón: —¡Gobiérnanos! Tú y tu hijo y tu nieto serán nuestros gobernantes, porque nos has rescatado de Madián. Biblia Católica (Latinoamericana) Los israelitas dijeron a Gedeón: 'Ya que nos libraste de la mano de los madianitas, tú serás nuestro rey, y después de ti, tu hijo y tu nieto'. La Biblia Textual 3a Edicion Y los hombres de Israel dijeron a Gedeón: Gobierna tú, y tu hijo, y el hijo de tu hijo sobre nosotros, pues nos has librado de la mano de Madián. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Dijeron entonces los israelitas a Gedeón: 'Reina sobre nosotros tú, tu hijo y tu nieto, pues nos has salvado del poder de Madián'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y los israelitas dijeron a Gedeón: Sé nuestro señor, tú, y tu hijo, y tu nieto; pues que nos has librado de mano de Madián. |
Cuando llegaron los comerciantes, sacaron a José de la cisterna y se lo vendieron por veinte monedas de plata. Los comerciantes siguieron el viaje llevando consigo a José hasta Egipto.
Jesús se dio cuenta de que querían llevárselo a la fuerza para hacerlo su rey, por lo que se retiró otra vez a la montaña él solo.
Zeba y Zalmuna le dijeron a Gedeón: ―Hazlo tú mismo; preferimos que nos mate un hombre. Entonces Gedeón los mató y sacó los adornos de los cuellos de sus camellos.
Pero Gedeón replicó: ―No seré su rey, ni tampoco lo será mi hijo. El Señor es nuestro rey.
»Cuando tuvieron miedo de Najás, rey de Amón, vinieron y me dijeron que deseaban que un rey los gobernara. Pero el Señor nuestro Dios era nuestro rey, porque él siempre lo había sido.
Le dijeron que desde que se había retirado las cosas no eran iguales, porque sus hijos no andaban por buen camino. «Danos un rey como las demás naciones lo tienen» —le rogaron.