Soy morena y hermosa, hijas de Jerusalén, bronceada como las oscuras tiendas de Cedar. ¡Y soy bella como las tiendas de Salomón!
Jueces 6:5 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Las hordas enemigas llegaban montadas en camellos en un número tan grande que no se podían contar, y se quedaban hasta que la tierra había quedado completamente destruida y saqueada. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables; así venían a la tierra para devastarla. Biblia Nueva Traducción Viviente Estas multitudes enemigas, que venían con sus animales y sus carpas, eran como una plaga de langostas; llegaban en numerosas manadas de camellos, imposibles de contar, y no se iban hasta que la tierra quedaba desolada. Biblia Católica (Latinoamericana) Sus rebaños y sus tiendas eran tan numerosos como las langostas; no se los podía contar ni a ellos ni a sus camellos cuando llegaban al país para arrasar con todo. La Biblia Textual 3a Edicion Porque subían con sus ganados y sus tiendas, entrando como langostas en multitud, pues tanto ellos como sus camellos eran innumerables, y entraban en la tierra para devastarla. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Porque ellos subían con sus ganados y sus tiendas; llegaban tan numerosos como langostas, pues ellos y sus camellos eran innumerables. Venían al país para devastarlo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud como langostas, que no había número en ellos ni en sus camellos: así venían a la tierra para devastarla. |
Soy morena y hermosa, hijas de Jerusalén, bronceada como las oscuras tiendas de Cedar. ¡Y soy bella como las tiendas de Salomón!
jamás volverá a surgir Babilonia. Generaciones vendrán y pasarán pero su tierra no volverá a ser habitada ni los nómadas volverán a acampar en ella. Los pastores jamás pernoctarán allí con sus ovejas.
Multitud de camellos convergerán en ella, dromedarios de Madián, de Sabá y de Efa también, mercaderes de oro e incienso para añadirlos a la alabanza de Dios.
Sus rebaños y las tiendas donde habitan serán tomados como botín, dice el Señor, junto con todas sus demás posesiones. Se llevarán también sus camellos y en torno sólo habrá gritos de pánico: «¡Estamos sitiados y condenados!». Incluso a la ciudad se le llamará «Lugar donde vive el miedo».
Sus camellos y ganados te pertenecerán y yo esparciré a estos paganos por los cuatro vientos. De todos los rumbos haré que les lleguen desgracias».
El Señor de los ejércitos ha dado su palabra, lo ha jurado por la fama de su nombre: ¡Tus ciudades se verán infestadas de enemigos como si fuera un campo cubierto por una plaga de langostas y hasta el cielo llegará el grito de victoria de tus enemigos!
Una nación extranjera de la cual ni siquiera has oído se comerá las cosechas que con tanto trabajo cultivaste. Estarás siempre oprimido y explotado.
Los numerosos ejércitos de Madián, Amalec y otras naciones del oriente que se les habían unido estaban esparcidos a través del valle, numerosos como langostas, como la arena de la playa, y tenían tantos camellos que era difícil de contar.
Mientras tanto el rey Zeba y el rey Zalmuna, con quince mil hombres, estaban en Carcor. Era todo lo que quedaba de los ejércitos aliados del oriente, porque ciento veinte mil ya habían sido muertos.
Zeba y Zalmuna le dijeron a Gedeón: ―Hazlo tú mismo; preferimos que nos mate un hombre. Entonces Gedeón los mató y sacó los adornos de los cuellos de sus camellos.
David y sus hombres los atacaron y estuvieron peleando con ellos toda aquella noche y todo el día siguiente hasta la tarde. Ninguno escapó, salvo cuatrocientos jóvenes que huyeron en camellos.