Mira a mi derecha y ve: nadie me tiende la mano. Nadie me ayuda; a nadie le interesa lo que me pase.
Juan 5:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 El enfermo respondió: ―Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque mientras se remueve el agua. Cada vez que trato de hacerlo otro se me adelanta. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Biblia Nueva Traducción Viviente —Es que no puedo, señor —contestó el enfermo—, porque no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando se agita el agua. Siempre alguien llega antes que yo. Biblia Católica (Latinoamericana) El enfermo le contestó: 'Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua, y mientras yo trato de ir, ya se ha metido otro. La Biblia Textual 3a Edicion Señor, le respondió el enfermo, no tengo un hombre que me meta en el estanque cuando es agitada el agua, y mientras yo voy, otro baja antes de mí. Biblia Serafín de Ausejo 1975 El enfermo le contestó: 'Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; y para cuando yo llego, ha bajado otro antes que yo'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Señor, le respondió el enfermo, no tengo hombre que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; pues entre tanto que yo vengo, otro desciende antes que yo. |
Mira a mi derecha y ve: nadie me tiende la mano. Nadie me ayuda; a nadie le interesa lo que me pase.
Él librará al pobre cuando clame a él; él ayudará al oprimido porque ellos no tienen a nadie que los defienda.
Allí en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, había un estanque rodeado de cinco pórticos. El estanque, se llamaba en arameo, Betzatá.
En los pórticos estaban acostados muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban que se moviera el agua.
De cuando en cuando un ángel del Señor bajaba al estanque y movía el agua. El primero que se metía al agua después de que había sido removida, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera.
Cuando Jesús lo vio allí acostado y supo que tenía mucho tiempo de estar enfermo, le preguntó: ―¿Quieres curarte?
Cuando éramos incapaces de salvarnos, Cristo llegó en el momento oportuno y murió por los pecadores.
En una carrera son muchos los que corren, pero sólo uno obtiene el premio. Corran de tal modo que ganen la carrera.
»Porque el Señor verá que su pueblo tenga justicia y tendrá compasión de ellos cuando se desvíen. Verá cuando su fuerza se agote, tanto en el esclavo como en el libre,