¡Son unos desgraciados los pastores que dejan que sus ovejas se pierdan o las dejan abandonadas ante el peligro!, dice el Señor
Juan 10:8 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Todos los que vinieron antes que yo eran unos ladrones y unos bandidos, por eso las ovejas no les hicieron caso. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Biblia Nueva Traducción Viviente Todos los que vinieron antes que yo eran ladrones y bandidos, pero las verdaderas ovejas no los escucharon. Biblia Católica (Latinoamericana) Todos los que han venido eran ladrones y malhechores, y las ovejas no les hicieron caso. La Biblia Textual 3a Edicion Todos° los que vinieron antes de mí son ladrones y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Todos los que han venido antes que yo son bandidos y ladrones, pero las ovejas no los escucharon. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. |
¡Son unos desgraciados los pastores que dejan que sus ovejas se pierdan o las dejan abandonadas ante el peligro!, dice el Señor
«Hombre mortal, profetiza contra los pastores, los jefes de Israel, y diles: Dios el Señor les dice: “¡Ay de los pastores que se alimentan a sí mismos en vez de alimentar a sus rebaños! ¿No debieran los pastores alimentar a sus ovejas?
Sus jefes son como leones rugientes que acechan a sus víctimas para quitarles cuanto tienen. Sus jueces son como rapaces lobos nocturnos que no dejan ni los restos de su presa para la mañana.
Porque voy a darle a esta nación un pastor que no se preocupará de las moribundas; no buscará las pequeñas, ni curará a las heridas, ni llevará a las cansadas en sus brazos; en cambio, se comerá a las gordas y les romperá las pezuñas».
Jesús dijo: «Es verdad que para entrar al redil de las ovejas hay que entrar por la puerta, porque el que salta por otro lado es un ladrón y un bandido.
Pero a un desconocido no lo siguen; más bien, huyen de él porque no reconocen su voz».
Hace algún tiempo se levantó con sueños de grandeza un tal Teudas, al que se le unieron unas cuatrocientas personas; pero murió asesinado y los seguidores se dispersaron sin provocar mayores dolores de cabeza.