―No hables de esa manera —exclamó David—. Este no es día para castigar, sino día de celebración. Una vez más soy el rey de Israel.
Jeremías 38:5 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Y el rey Sedequías estuvo de acuerdo. ―Está bien —dijo—, hagan como les parezca más conveniente; no puedo impedírselos. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y dijo el rey Sedequías: He aquí que él está en vuestras manos; pues el rey nada puede hacer contra vosotros. Biblia Nueva Traducción Viviente El rey Sedequías estuvo de acuerdo. —Está bien —dijo—, hagan lo que quieran. No los puedo detener. Biblia Católica (Latinoamericana) Sedecías respondió: 'Ahí lo tienen, pues el rey nada puede contra ustedes. La Biblia Textual 3a Edicion Y el rey Sedequías respondió: Mirad, él está en vuestras manos; nada puede hacer el rey contra vosotros. Biblia Serafín de Ausejo 1975 'Ahí está en vuestras manos -respondió el rey Sedecías-, pues el rey nada puede contra vosotros'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Entonces el rey Sedequías dijo: He aquí, él está en vuestras manos; pues el rey nada puede hacer contra vosotros. |
―No hables de esa manera —exclamó David—. Este no es día para castigar, sino día de celebración. Una vez más soy el rey de Israel.
A pesar de que he sido nombrado como rey, nada pude hacer para evitar que los hijos de Sarvia asesinaran a Abner. ¡Que el Señor le dé su castigo a quien cometió tal maldad!».
El temor al hombre es una trampa peligrosa, pero la confianza en el Señor trae seguridad.
En lo que a mí toca, indefenso estoy en poder de ustedes, hagan de mí lo que quieran.
pero al fin el rey Sedequías lo mandó a llevar secretamente al palacio. El rey le preguntó si había recibido algún mensaje reciente del Señor. ―Sí —dijo Jeremías—, lo he recibido. ¡Serás derrotado por el rey de Babilonia!
Al fin, el rey se vio obligado a dar la orden para arrestar a Daniel, y este fue llevado al foso de los leones. El rey le dijo entonces: ―Que tu Dios, a quien siempre le eres fiel, te salve.
Y trajeron una piedra que colocaron sobre la boca del foso y el rey selló la piedra con su anillo y con el anillo de los principales de su gobierno, para que nadie pudiera rescatar a Daniel de los leones.
―He pecado —reconoció finalmente Saúl—. Sí, he desobedecido tus instrucciones y el mandamiento del Señor. Le tuve miedo al pueblo y les dejé hacer lo que quisieron.
Pero Aquis insistió: ―En lo que a mí respecta tú eres tan leal como un ángel del Señor. Pero mis comandantes tienen miedo de que estés con ellos en la batalla.