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Jeremías 12:6 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Y es que tu prueba será tan dura que hasta tus hermanos, tu propia familia, se pondrán en tu contra. ¡No confíes en ellos por más amables que sean las palabras que te dirijan!

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Biblia Reina Valera 1960

Porque aun tus hermanos y la casa de tu padre, aun ellos se levantaron contra ti, aun ellos dieron grito en pos de ti. No los creas cuando bien te hablen.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Aun tus hermanos, miembros de tu propia familia, se han vuelto contra ti; conspiran y se quejan de ti. No confíes en ellos, no importa lo amables que sean sus palabras.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Tus hermanos y parientes Tambien te van a traicionar; Te irán criticando a tus espaldas. No te fíes de ellos Cuando te digan hermosas palabras.

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La Biblia Textual 3a Edicion

°tus propios hermanos y la casa de tu padre, aun ellos te son desleales, aun ellos te calumnian a la espalda; no te fíes, aunque te digan buenas palabras.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Sí; tus propios hermanos y la casa de tu padre, ellos mismos te son desleales; también ellos te critican a pleno pulmón. No te fíes de ellos, aunque te den buenas palabras.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Porque aun tus hermanos y la casa de tu padre te han traicionado; sí, han convocado a una multitud en pos de ti; no les creas, aunque te hablen palabras agradables.

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Jeremías 12:6
25 Tagairtí Cros  

Hermano mío, resultaste tan vano como un arroyuelo, que hincha su corriente cuando hay nieve o hielo, pero en tiempo de calor se desvanece. Se desvían las caravanas buscando en él refrigerio, pero no hallan qué beber, y perecen.


Se mienten unos a otros, hablando con labios aduladores; ya no hay sinceridad.


El Señor acabará con todo labio adulador y toda lengua vanidosa que dice:


¡Hasta mis propios hermanos fingen no conocerme! Me tratan como a un extraño.


Vomitarás lo poco que comiste, y de nada habrán servido tus palabras de agradecimiento por su bondad.


No le creas, aunque te hable con dulzura, porque su corazón rebosa de abominaciones.


Pero el Señor me ha dicho esto: Cuando un león, aunque sea cachorro, mata una oveja, no se cuida de los gritos y ruidos del pastor, devora sin detenerse. De igual manera vendrá el Señor y combatirá sobre el monte Sion. ¡No habrá quien lo amedrente! El Señor Todopoderoso se cernirá sobre Jerusalén como ave que revolotea en torno a su nido. Descenderá a la ciudad y la librará.


Yo había estado tan confiado como oveja o buey camino del matadero, que no sabe lo que le espera. ¡No sabía que tramaban mi muerte! «Acabemos con este hombre y todos sus mensajes», decían, «matémoslo para que de él no quede ni el recuerdo».


Y el Señor respondió: Los hombres de la ciudad de Anatot serán castigados por planear tu muerte. Bajo amenaza de muerte te ordenarán que no profetices en el nombre de Dios. Por ello, sus muchachos morirán en batalla, sus niños y niñas morirán de hambre.


Sin embargo, por todos lados los oigo murmurar sus amenazas y tengo miedo. «Te vamos a acusar», dicen. Hasta los que eran mis amigos me vigilan, esperando que cometa un error fatal. «Él solo se meterá en la trampa», dicen, «y entonces lo atraparemos y nos vengaremos de él».


¡Quisiera poder retirarme al desierto y no tener que estar viendo tantas infidelidades de parte de mi pueblo! ¡Todos se han vuelto adeptos de ídolos, me han traicionado!


¡Todos son grandes mentirosos, para nada se preocupan de hablar con la verdad! Nada les importa la justicia y van de mal en peor. Nada les importo yo, dice el Señor.


¡Cuídate de tu vecino! ¡Cuídate de tu hermano! Cada cual se aprovecha del otro y siempre andan hablando mal de todo el mundo.


Se han vuelto especialistas en la mentira y el chisme, ¡y no tienen otra cosa en la cabeza que hacer maldades!


»El hermano entregará a muerte a su hermano, los padres traicionarán a sus hijos y los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán.


Los sacerdotes, maestros de la ley y ancianos que escuchaban se dieron cuenta de que la parábola iba dirigida contra ellos y entonces quisieron arrestarlo. Pero como temían a la multitud, lo dejaron y se fueron.


Era evidente que ni siquiera sus hermanos creían en él.


El pueblo se alzó entonces contra Pablo y Silas, y los jueces ordenaron que los desvistieran y azotaran con varas.


Cuando Galión tomó posesión como gobernador de Acaya, los judíos conspiraron contra Pablo y lo llevaron a juicio ante el gobernador,