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Hechos 9:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Cuando se aproximaba a Damasco, una luz celestial deslumbrante lo rodeó de pronto.

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Biblia Reina Valera 1960

Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Al acercarse a Damasco para cumplir esa misión, una luz del cielo de repente brilló alrededor de él.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Mientras iba de camino, ya cerca de Damasco, le envolvió de repente una luz que venía del cielo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Pero yendo por el camino, sucedió que cuando se acercaba° a Damasco, de repente resplandeció alrededor de él una luz del cielo,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Sucedió que, mientras iba caminando, al acercarse a Damasco, de repente lo envolvió una luz del cielo;

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y yendo él por el camino, al acercarse a Damasco, súbitamente le cercó un resplandor de luz del cielo;

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Hechos 9:3
10 Tagairtí Cros  

Te cubres de luz como con un manto; extiendes los cielos como un velo.


»Pero cuando iba en camino y ya me acercaba a Damasco, como a eso del mediodía, de repente una intensa luz del cielo relampagueó a mi alrededor.


Ananías obedeció. Al llegar a donde estaba Saulo, le puso las manos encima y le dijo: ―Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo.


Pero Bernabé lo presentó a los apóstoles y les contó cómo Saulo había visto al Señor en el camino de Damasco, lo que el Señor le había dicho y el poder con que predicaba en Damasco el nombre de Jesús.


Y por último, como a uno que había nacido fuera de tiempo, se me apareció a mí.


Yo soy libre, soy apóstol, he visto al Señor con mis propios ojos y ustedes son el fruto de mi trabajo en el Señor.


al único inmortal, el que habita en luz tan deslumbrante que ningún humano puede acercársele, y a quien nadie ha visto ni verá jamás. A él sea la honra y el poder para siempre. Amén.


La ciudad no necesita que el sol ni la luna la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera.


No existirá la noche y por lo tanto no se necesitarán lámparas ni sol, porque Dios, el Señor, los iluminará; y reinarán durante toda la eternidad.