Junto a la puerta de su casa se sentaba un mendigo llamado Lázaro. Tenía la piel cubierta de llagas
Hechos 3:2 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Allí vieron a un lisiado de nacimiento, a quien todos los días traían y colocaban junto a la puerta del templo llamada la Hermosa, para que pidiera limosna. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Biblia Nueva Traducción Viviente Mientras se acercaban al templo, llevaban cargando a un hombre cojo de nacimiento. Todos los días lo ponían junto a la puerta del templo, la que se llama Hermosa, para que pidiera limosna a la gente que entraba. Biblia Católica (Latinoamericana) acababan de dejar allí a un tullido de nacimiento. Todos los días lo colocaban junto a la Puerta Hermosa, que es una de las puertas del Templo, para que pidiera limosna a los que entraban en el recinto. La Biblia Textual 3a Edicion Y era traído cierto varón que estaba cojo desde el vientre de su madre, a quien ponían cada día a la puerta del templo (la llamada Hermosa), para pedir limosna a los que entraban en el templo; Biblia Serafín de Ausejo 1975 en el momento en que llevaban a un hombre, cojo de nacimiento, al que ponían todos los días ante la puerta del templo llamada Preciosa, para pedir limosna a los que entraban en el templo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y un hombre que era cojo desde el vientre de su madre, era traído; al cual ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. |
Junto a la puerta de su casa se sentaba un mendigo llamado Lázaro. Tenía la piel cubierta de llagas
Cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino pidiendo limosna.
Sus vecinos y los que antes lo habían visto pedir limosna decían: «¿No es este el que se sienta a pedir limosna?».
“Cornelio”, me dijo, “Dios ha tomado en cuenta tus oraciones y tus limosnas.
Cornelio se quedó mirándolo lleno de temor. ―¿Qué quieres, Señor? —le preguntó al ángel mirándolo fijamente. ―Dios no ha pasado por alto tus oraciones ni tus limosnas.
Estando en Listra, pasaron junto a un hombre inválido de nacimiento, que nunca había caminado porque tenía los pies tullidos.
y reconocieron que era el lisiado que estaban acostumbrados a ver en el templo, junto a la Hermosa, y se quedaron asombrados.