Cada uno tomó a su oponente por los cabellos y le clavó la espada en el costado, de modo que los veinticuatro murieron. El lugar se conoce desde entonces como «Campo de la Espada».
Hechos 1:19 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 La noticia de su muerte corrió rápidamente entre los habitantes de Jerusalén, quienes le dieron a aquel lugar el nombre de “Campo de Sangre”. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. Biblia Nueva Traducción Viviente La noticia de su muerte llegó a todos los habitantes de Jerusalén, y ellos le pusieron a ese lugar el nombre arameo Acéldama, que significa «Campo de Sangre»). Biblia Católica (Latinoamericana) Este hecho fue conocido por todos los habitantes de Jerusalén, que llamaron a aquel campo, en su lengua, Hakeldamá, que significa: Campo de Sangre-. La Biblia Textual 3a Edicion y esto llegó a ser conocido de todos los que viven en Jerusalem, de modo que aquel campo se llama en su propia lengua Acéldama, es decir, Campo de Sangre.)° Biblia Serafín de Ausejo 1975 El suceso fue tan notorio para todos los habitantes de Jerusalén que a aquella finca se la llamó en su propia lengua Hacéldama, que quiere decir 'campo de sangre'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y fue notorio a todos los moradores de Jerusalén; de tal manera que aquel campo es llamado en su propia lengua, Acéldama, que significa, campo de sangre. |
Cada uno tomó a su oponente por los cabellos y le clavó la espada en el costado, de modo que los veinticuatro murieron. El lugar se conoce desde entonces como «Campo de la Espada».
Entonces el Señor me dijo: «¡Toma esas monedas, ese “espléndido salario” que me han dado, y deposítalas en la tesorería del templo!». Así que tomé las treinta moneditas y las eché en la tesorería.
Los soldados aceptaron el soborno y se pusieron a divulgar aquella falsedad entre los judíos. ¡Y todavía lo creen!
»¡Escúchenme, varones israelitas! Como ustedes bien saben, Dios respaldó a Jesús de Nazaret con los milagros prodigiosos que realizó a través de él.
El comandante accedió. Pablo, erguido en las gradas, pidió silencio con las manos. Pronto un profundo silencio envolvió a la multitud, y Pablo se dirigió a ellos en arameo.