Que muchas naciones te sirvan; que muchos pueblos se inclinen delante de ti. Que seas el amo de todos tus parientes, y que todos ellos se inclinen delante de ti. Malditos sean los que te maldigan, y benditos los que te bendigan».
Génesis 50:18 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Luego llegaron sus hermanos, y cayendo de rodillas delante de él le dijeron: ―Aquí estamos para ser tus esclavos. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces sus hermanos llegaron, y se arrojaron al suelo delante de José y dijeron: —Mira, ¡somos tus esclavos! Biblia Católica (Latinoamericana) Sus hermanos vinieron y se echaron a sus pies, diciendo: 'Aquí nos tienes, somos tus esclavos. La Biblia Textual 3a Edicion Entonces sus hermanos fueron y se postraron ante él,° y dijeron: ¡Henos aquí por esclavos tuyos! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Sus hermanos vinieron a postrarse ante él y le dijeron: 'Aquí nos tienes. Esclavos tuyos somos'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y vinieron también sus hermanos, y se postraron delante de él, y dijeron: He aquí, somos tus siervos. |
Que muchas naciones te sirvan; que muchos pueblos se inclinen delante de ti. Que seas el amo de todos tus parientes, y que todos ellos se inclinen delante de ti. Malditos sean los que te maldigan, y benditos los que te bendigan».
Además el faraón le dio a José la segunda carroza real, y por dondequiera que iba pregonaban delante de él: ―¡Doblen las rodillas!
Y como José era el gobernador de todo Egipto y estaba a cargo de la venta del trigo, sus hermanos llegaron y, en señal de respeto, se inclinaron delante de él, hasta tocar el suelo con la frente.
José todavía estaba en su casa cuando Judá y sus hermanos regresaron. Al llegar, se inclinaron delante de José.
―Yo soy José —les dijo a sus hermanos—. ¿Mi padre vive aún? Pero los hermanos, debido a la gran sorpresa, se quedaron mudos.
«Díganle a José que, por favor, les perdone a sus hermanos el mal que le hicieron». Así que los emisarios fueron y le dieron el mensaje a José. Además, añadieron: «Te rogamos que perdones el pecado de estos siervos del Dios de tu padre». Cuando José oyó el mensaje, se conmovió profundamente y lloró.
Pero José les respondió: ―No me tengan miedo. ¿Creen que puedo tomar yo el lugar de Dios para juzgarlos y castigarlos?