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Génesis 47:29 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Cuando se le acercaba el momento de la muerte, llamó a su hijo José y le dijo: ―Júrame solemnemente que harás lo que te voy a pedir. ¡Si de veras me amas, por favor, no me entierres en Egipto!

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Biblia Reina Valera 1960

Y llegaron los días de Israel para morir, y llamó a José su hijo, y le dijo: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, te ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y harás conmigo misericordia y verdad. Te ruego que no me entierres en Egipto.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Cuando se acercaba el momento de su muerte, Jacob llamó a su hijo José, y le dijo: —Te ruego que me hagas un favor. Pon tu mano debajo de mi muslo y jura que me tratarás con amor inagotable al hacer honor a esta última petición: no me entierres en Egipto;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Y cuando los días de su vida se acercaron a su fin, llamó a su hijo José y le dijo: 'Si me aprecias de veras, te ruego que coloques tu mano bajo mi muslo, y me prometas que no me sepultarás en Egipto; en esto reconoceré tu amor y fidelidad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Cuando se acercaba para Israel la hora de morir, llamó a su hijo José, y le dijo: Si he hallado gracia en tus ojos, pon ahora tu mano bajo mi muslo, y harás conmigo misericordia y verdad. Te ruego que no me entierres en Egipto.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Cuando se aproximaban los días de la muerte de Israel, llamó éste a su hijo José y le dijo: 'Si cuento con tu benevolencia, pon tu mano bajo mi muslo y hazme favor y lealtad: no me entierres en Egipto.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y llegaron los días de Israel para morir, y llamó a José su hijo, y le dijo: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, te ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y harás conmigo misericordia y verdad; te ruego que no me entierres en Egipto.

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Génesis 47:29
28 Tagairtí Cros  

Un día Abraham le dijo a su mayordomo, que era el más viejo de sus siervos: ―Coloca tu mano en mi entrepierna,


Ahora, díganme si van a ser bondadosos y leales con mi amo Abraham; si no piensan serlo, también díganmelo. Así yo sabré qué camino tomar.


―Ya estoy viejo —dijo Isaac—, y en cualquier momento me puedo morir.


Para obtener tu alimento tendrás que trabajar mucho, hasta el día de tu muerte; ese día volverás a la tierra de la cual fuiste hecho, pues eres polvo y al polvo tendrás que volver.


Jacob le respondió: ―He vivido ciento treinta años que han sido largos y difíciles, pero no se pueden comparar con la edad de mis antepasados.


Entonces Israel le dijo a José: ―Estoy para morir; pero Dios estará con ustedes y los hará volver a Canaán, la tierra de sus antepasados.


De modo que, de acuerdo con las órdenes de Israel, sus hijos llevaron su cuerpo a la tierra de Canaán y lo sepultaron en la cueva de Macpela, la cueva que Abraham había comprado en el campo de Efrón el hitita, cerca de Mamré.


que mi padre me hizo jurar que llevaría su cuerpo de regreso a la tierra de Canaán, para sepultarlo allá. Díganle a su majestad que me permita ir a sepultar a mi padre. Asegúrenle que volveré pronto.


Todos debemos morir. Nuestras vidas son como el agua que es derramada en tierra, que no puede volverse a recoger. Pero Dios lo bendecirá a usted con una vida más larga si permite que su hijo regrese del destierro.


Joab y los suyos llevaron el cuerpo de Asael a Belén y lo sepultaron junto a su padre. Luego viajaron toda la noche y llegaron a Hebrón al despuntar el día.


Porque cuando tú mueras, yo pondré a uno de tus hijos en tu trono y haré que su reino sea fuerte.


A medida que se acercaba el tiempo de su muerte, el rey David hizo estos encargos a su hijo Salomón:


»Si el hombre muere, ¿volverá a vivir? Este pensamiento me da esperanza, de modo que en mi angustia ansiosamente aguardo la dulce muerte.


Y sé que tu propósito para conmigo es la muerte.


»¡Cuánto ha de batallar la humanidad! Prolongada y penosa es la vida del hombre, como vida de esclavo.


Pero nadie puede salvar a nadie de la muerte, pagándole rescate a Dios por su vida.


para vivir por siempre y no llegar a ver la fosa.


Pues si muriera, no podría alabarte.


Ningún ser humano puede vivir eternamente. Todos morirán. ¿Quién puede librar su vida del poder del sepulcro?


Luego el Señor dijo a Moisés: «Ha llegado el momento en que debes morir. Llama a Josué y entra en el santuario para que pueda darle las instrucciones». Moisés y Josué entraron y estuvieron de pie delante del Señor.


y le dijo a Moisés: «Tú morirás y te reunirás con tus antepasados. Después de tu partida, este pueblo comenzará a adorar dioses extraños en la tierra en la que van a entrar. Ellos se olvidarán de mí y quebrantarán el pacto que he hecho con ellos.


Por la fe, José, poco antes de morir, dijo que los israelitas saldrían de Egipto y dio instrucciones acerca de lo que debían hacer con su cadáver.


Y como está establecido que los seres humanos mueran una sola vez y después que venga el juicio,


―Si no nos delatas, prometemos con nuestras vidas, que al tomar esta tierra te trataremos con bondad y fidelidad.


»Pronto seguiré el camino de todos los que habitan la tierra: Voy a morir. »Ustedes saben bien que las promesas de Dios se han cumplido.


Dios le dará muerte algún día, o morirá en una batalla o de vejez.