Jacob se enojó y le respondió: ―¿Acaso soy yo Dios? Él es el que no te ha permitido tener hijos.
Génesis 31:36 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Entonces Jacob se enojó, y en tono fuerte le dijo a Labán: ―¿Qué mal te he hecho, para que me hayas perseguido como si yo fuera un criminal? Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Entonces Jacob se enojó, y riñó con Labán; y respondió Jacob y dijo a Labán: ¿Qué transgresión es la mía? ¿Cuál es mi pecado, para que con tanto ardor hayas venido en mi persecución? Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces Jacob se enojó mucho y desafió a Labán. —¿Cuál es mi delito? —preguntó él—. ¿Qué mal he hecho para que me persigas como si fuera un criminal? Biblia Católica (Latinoamericana) Entonces Jacob se enojó y reprochó a Labán: '¿Cuál es mi delito? ¿Cuál ha sido mi pecado, para que así me persigas?' La Biblia Textual 3a Edicion Entonces se encolerizó Jacob y recriminó a Labán. Tomó, pues, Jacob la palabra y dijo a Labán: ¿Cuál es mi transgresión o cuál mi pecado para que me persigas con tal ardor? Biblia Serafín de Ausejo 1975 Entonces Jacob se encolerizó y recriminó a Labán. Tomó Jacob la palabra y dijo a Labán: '¿Qué crimen he cometido? ¿En qué he faltado para que me persigas con tanta saña? Biblia Reina Valera Gómez (2023) Entonces Jacob se enojó, y discutió con Labán; y respondió Jacob y dijo a Labán: ¿Cuál es mi transgresión? ¿Cuál es mi pecado, para que con tanto ardor hayas venido en mi persecución? |
Jacob se enojó y le respondió: ―¿Acaso soy yo Dios? Él es el que no te ha permitido tener hijos.
Raquel le dijo a Labán: ―Padre, perdóname que no me levante, pero estoy con la menstruación. Labán siguió buscando sus ídolos, pero no los encontró.
¡Has registrado todas mis cosas! Dime, ¿encontraste algo que sea tuyo? Si es así, entonces, colócalo aquí para que todos los que están aquí lo vean y digan quién tiene la razón.
¡Maldita sea su ira! ¡Maldita sea también su violencia y crueldad! Haré que sus descendientes sean esparcidos por todo el país de Israel.
―¡Debiste haber golpeado el suelo, cinco o seis veces —exclamó enojado el profeta—, porque entonces habrías derrotado definitivamente a los sirios, pero solo lo derrotarás tres veces!
Pero Naamán se enojó, y se fue. «¿Qué les parece? —dijo—. Yo pensaba que, por lo menos, el profeta saldría y me hablaría. Pensé que levantaría la mano sobre la lepra, invocaría el nombre del Señor su Dios, y me sanaría.
El malvado huye sin que nadie lo persiga; pero el justo vive confiado como león.
Entonces Moisés se airó y le dijo al Señor: ―No aceptes sus sacrificios. Ni aun un burro he tomado de ellos, ni les he causado daño alguno.
y se formó un gran tumulto: «Ojalá hubiésemos muerto junto con los hermanos nuestros que Dios mató —lloraban ante Moisés—.
Jesús, mirándolos con una mezcla de enojo y tristeza por la indiferencia que mostraban, le dijo al hombre: ―Extiende la mano. Y al extenderla, se le sanó.
Si se enojan, no cometan el pecado de dejar que el enojo les dure todo el día.