Así que un día Abram le dijo a Lot: «Recuerda que tú y yo somos parientes, de modo que no es bueno que haya peleas entre nosotros, ni entre tus pastores y los míos.
Génesis 29:14 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Por eso, Labán le dijo: «¡No hay duda de que eres de mi familia!». Cuando Jacob ya llevaba un mes viviendo en la casa de Labán, Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y Labán le dijo: Ciertamente hueso mío y carne mía eres. Y estuvo con él durante un mes. Biblia Nueva Traducción Viviente Labán exclamó: «¡Verdaderamente eres de mi misma sangre!». Jacob se quedó con Labán alrededor de un mes, y después Biblia Católica (Latinoamericana) Jacob contó a Labán todo lo ocurrido, y Labán le dijo: 'En verdad tú eres carne y hueso míos. Y Jacob se quedó allí con él durante un mes. La Biblia Textual 3a Edicion Y Labán le dijo: ¡Ciertamente hueso mío y carne mía eres! Y habitó con él los días de un mes. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Díjole Labán: 'Ciertamente, hueso mío y carne mía eres'. Y moró Jacob con él un mes entero. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Labán le dijo: Ciertamente hueso mío y carne mía eres. Y estuvo con él el tiempo de un mes. |
Así que un día Abram le dijo a Lot: «Recuerda que tú y yo somos parientes, de modo que no es bueno que haya peleas entre nosotros, ni entre tus pastores y los míos.
Al verla, el hombre exclamó: «¡Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará “mujer” porque fue sacada del hombre».
Jacob le contó a Raquel que él era sobrino de Labán, ya que era hijo de Rebeca. Entonces Raquel salió corriendo a darle la noticia a su padre.
este le dijo: ―No hay razón para que trabajes para mí sin recibir pago por el hecho de ser parientes. ¿Cuánto quieres que te pague?
Después de esto, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón y le dijeron a David: «Aquí estamos, nosotros somos sus hermanos de sangre.
No confíes en nadie, ni en tu mejor amigo, mucho menos en tus gobernantes. ¡Ni siquiera confíes en tu esposa!
para ver si así pongo celosos a algunos de mi propio pueblo y logro que algunos de ellos se salven.
«Vayan a hablar con los jefes de Siquén —les dijo—, y pregúntenles si quieren ser gobernados por setenta reyes, esto es, por los setenta hijos de Gedeón, o por un solo hombre; yo, que soy de su propia carne y sangre».