¡Qué imponentes son tus obras, oh Dios! ¡Cuán grande es tu poder! ¡Con razón se rinden tus enemigos!
Éxodo 8:29 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 ―Sí —dijo Moisés—, le pediré al Señor que haga desaparecer los tábanos, pero te advierto que no debes engañarnos más prometiendo que el pueblo saldrá y cambiando luego de parecer. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y respondió Moisés: He aquí, al salir yo de tu presencia, rogaré a Jehová que las diversas clases de moscas se vayan de Faraón, y de sus siervos, y de su pueblo mañana; con tal que Faraón no falte más, no dejando ir al pueblo a dar sacrificio a Jehová. Biblia Nueva Traducción Viviente —En cuanto salga de tu presencia —le respondió Moisés—, oraré al Señor, y mañana mismo la nube de moscas desaparecerá de ti, de tus funcionarios y de toda tu gente. Pero te advierto, faraón, no vuelvas a mentirnos o a engañarnos y luego negarte a dejar salir al pueblo para que ofrezca sacrificios al Señor. La Biblia Textual 3a Edicion Dijo Moisés: En cuanto salga de estar contigo suplicaré a YHVH, y las moscas se apartarán mañana de Faraón, de sus siervos y de su pueblo, con tal que Faraón no siga engañándome impidiendo al pueblo que parta a ofrecer sacrificios a YHVH. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y respondió Moisés: He aquí, que yo salgo de tu presencia, y rogaré a Jehová que las diversas clases de moscas se vayan mañana de Faraón, de sus siervos y de su pueblo; con tal que Faraón no vuelva a obrar con engaño, no dejando ir al pueblo a ofrecer sacrificio a Jehová. |
¡Qué imponentes son tus obras, oh Dios! ¡Cuán grande es tu poder! ¡Con razón se rinden tus enemigos!
Pero cuando el faraón vio que se habían acabado las ranas, endureció su corazón y, tal como el Señor lo había advertido, no hizo caso a la petición que le habían hecho Moisés y Aarón.
El faraón llamó a Moisés y a Aarón y les dijo: ―Rueguen al Señor que quite las ranas, y yo dejaré que su pueblo salga a ofrecerle sacrificio.
Pero yo sé que ni tú ni tus funcionarios están todavía dispuestos a obedecer a Dios, el Señor.
―Muy bien —respondió Jeremías—. Le preguntaré y les comunicaré lo que el Señor diga; nada les ocultaré.
No se engañen a sí mismos; nadie puede engañar a Dios; uno siempre recogerá lo que haya sembrado.