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Ester 7:6 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Ester replicó: ―¡Nuestro enemigo y adversario es este malvado Amán! Entonces Amán se perturbó delante del rey y de la reina.

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Biblia Reina Valera 1960

Ester dijo: El enemigo y adversario es este malvado Amán. Entonces se turbó Amán delante del rey y de la reina.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Ester contestó: —Este malvado Amán es nuestro adversario y nuestro enemigo. Amán se puso pálido de miedo delante del rey y de la reina.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Ester respondió: '¡El adversario, el enemigo está aquí! ¡Es Amán, ese hombre malvado!» Amán quedó helado de espanto ante el rey y la reina.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Ester dijo: ¡El adversario y enemigo es este malvado Amán! Y Amán quedó aterrorizado delante del rey y de la reina.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Ester le respondió: 'El perseguidor y enemigo es este malvado Amán'. Y Amán quedó aterrado delante del rey y de la reina.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y Esther dijo: El enemigo y adversario es este malvado Amán. Entonces se turbó Amán delante del rey y de la reina.

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Ester 7:6
18 Tagairtí Cros  

Cuando nuestros enemigos y las naciones circundantes supieron que habíamos acabado, se asustaron y se sintieron humillados, pues comprendieron que la obra había sido hecha con la ayuda de nuestro Dios.


El rey estuvo de acuerdo, y quitándose el anillo del dedo, se lo entregó a Amán hijo de Hamedata, descendiente de Agag, acérrimo enemigo de los judíos.


―¿De qué estás hablando? —le preguntó el rey Asuero—. ¿Quién se atrevería a hacerte daño?


Aquel mismo día, el rey Asuero entregó a la reina Ester las propiedades de Amán, el enemigo de los judíos. Mardoqueo fue llevado a la presencia del rey, porque Ester le había dicho al rey que era su primo y padre adoptivo.


Cuando los malvados se lancen a destruirme, tropezarán y caerán.


La ira del rey lleva mensaje de muerte, pero el sabio la apaciguará.


Si en cualquier parte del país ves que un rico oprime al pobre haciendo abortar la justicia, no te sorprendas. Pues cada subalterno recibe órdenes de más arriba, y los más altos oficiales tienen la mirada puesta en sus jefes. Así es que la cuestión se hace una maraña de papeleo y burocracia. Y por sobre todos está el rey.


Yo desvarío, el corazón me late impetuoso, soy presa de espantoso miedo. Todo reposo nocturno —¡qué agradable era!— ha desaparecido; estoy en mi lecho desierto y tembloroso.


Dios juzgará a los de afuera. «Ustedes expulsen a ese malvado».


Entonces aparecerá aquel inicuo; pero el Señor lo consumirá con el soplo de su boca y lo destruirá con el resplandor de su venida.


Dice el viejo proverbio: “Un mal provoca otro mal”. Pero yo no te tocaré para dañarte.