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Esdras 8:30 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Los sacerdotes y los levitas aceptaron la responsabilidad de transportarlos al templo de Dios en Jerusalén.

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Biblia Reina Valera 1960

Los sacerdotes y los levitas recibieron el peso de la plata y del oro y de los utensilios, para traerlo a Jerusalén a la casa de nuestro Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Entonces los sacerdotes y los levitas aceptaron la tarea de transportar esos tesoros de plata y de oro al templo de nuestro Dios en Jerusalén.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Entonces los sacerdotes y los levitas se hicieron cargo de esa plata, de ese oro y de todos esos objetos que habían pesado para llevarlos al Templo de nuestro Dios, en Jerusalén.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Así, los sacerdotes y levitas recibieron el peso de la plata y del oro y de los objetos para llevarlo a Jerusalem, a la Casa de nuestro Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Recibieron, pues, los sacerdotes y los levitas la plata y el oro pe-sados y los demás objetos para llevarlos a Jerusalén, al templo de nuestro Dios.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Los sacerdotes, pues, y levitas recibieron el peso de la plata y del oro y de los vasos, para traerlo a Jerusalén a la casa de nuestro Dios.

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Esdras 8:30
6 Tagairtí Cros  

Los utensilios que Ciro entregó, fueron: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veintinueve cuchillos,


Me daba vergüenza pedirle al rey que nos proporcionara soldados y caballería que nos protegieran de los enemigos que pudiera haber en el camino, pues le habíamos dicho que nuestro Dios protege a todos los que lo adoran, y que su ira se abate sólo sobre los que lo abandonan.


Al cuarto día de nuestra llegada se pesaron la plata, el oro y los utensilios en el templo de nuestro Dios, y se le entregó todo al sacerdote Meremot hijo de Urías, que estaba acompañado por Eleazar hijo de Finés, y los levitas Jozabad hijo de Jesúa, y Noadías hijo de Binuy.


Por la casa del Señor nuestro Dios procuraré tu bienestar.


De Jerusalén será la gloria del Líbano —los bosques de abetos, pinos y bojes— para embellecer mi santuario, el lugar donde he puesto mi trono.