―¡Suelta el cuchillo! No le hagas ningún daño al muchacho —le dijo el ángel—. Ahora sé que de verdad tienes temor de Dios, porque no te negaste a darme a tu único hijo.
Eclesiastés 12:13 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Y esta es mi conclusión definitiva: teme a Dios y obedece sus mandamientos, porque esto es lo más importante para todo hombre y mujer. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Biblia Nueva Traducción Viviente Aquí culmina el relato. Mi conclusión final es la siguiente: teme a Dios y obedece sus mandatos, porque ese es el deber que tenemos todos. Biblia Católica (Latinoamericana) Conclusión del discurso: todo ha sido dicho. Teme a Dios y observa sus mandamientos: allí está todo para el hombre. La Biblia Textual 3a Edicion La conclusión de todo discurso oído, es: Teme a Ha-’Elohim, y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Fin del discurso. Una vez oído todo, teme a Dios y guarda sus mandamientos: eso es lo que al hombre corresponde. Biblia Reina Valera Gómez (2023) El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. |
―¡Suelta el cuchillo! No le hagas ningún daño al muchacho —le dijo el ángel—. Ahora sé que de verdad tienes temor de Dios, porque no te negaste a darme a tu único hijo.
Obedece las leyes de Dios y sigue todos sus caminos; guarda cada uno de los mandamientos escritos en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo lo que emprendas.
Y esto dice él a todos los hombres: «Escuchen: temer al Señor es verdadera sabiduría; abandonar el mal es verdadero entendimiento».
El principio de la sabiduría es el temor al Señor. La recompensa para todos los que lo obedecen es la sabiduría. ¡Alabemos su nombre por siempre!
Él cumple los deseos de quienes le temen; escucha su clamor de auxilio y los rescata.
Pero su gozo está en quienes lo honran; en aquellos que confían en su gran amor.
Lo primero que hay que hacer para empezar a ser sabios, es honrar al Señor. Sólo los necios desprecian la sabiduría y la disciplina.
La reverencia al Señor da vida, seguridad y nos libra de cualquier daño.
Así que, después de mucho pensarlo, resolví probar los placeres de la embriaguez, procurando aún encontrar la sabiduría. Luego volví a cambiar de rumbo y emprendí el camino de la frivolidad para experimentar la única felicidad que en toda su vida conoce la mayoría de la gente.
Y esto sé: que todo lo que Dios hace permanece para siempre; nada puede añadírsele ni quitársele; lo que Dios se propone es que el ser humano le tema.
En los pocos días de nuestra vida vacía, ¿quién podrá decir cuál es la mejor manera de vivirlos? ¿Quién podrá saber lo que será mejor para el futuro cuando él haya desaparecido? Pues, ¿quién conoce el futuro?
Pon manos a la obra que te corresponda, y si temes a Dios puedes confiar en sus bendiciones.
Pero aunque el ser humano peque cien veces y continúe viviendo, sé que le irá mejor a quien teme a Dios y le guarda reverencia.
Quienes le obedecen no serán castigados. El sabio hallará tiempo y forma de cumplir lo que ordena.
¡Pueblo de Dios! Ya el Señor les ha dicho qué es lo que él espera que ustedes hagan. Ya él les ha enseñado lo que es bueno y espera que ustedes hagan. Lo que el Señor les pide es que practiquen la justicia, que sean misericordiosos y que vivan siguiendo fielmente sus instrucciones.
»Ahora pues, Israel, ¿qué es lo que el Señor tu Dios quiere de ti sino que escuches cuidadosamente todo lo que te dice y obedezcas por tu bien los mandamientos que te doy en este día, y que lo ames y le sirvas con toda tu mente y todo tu ser?
Temerás, pues, al Señor tu Dios; y lo servirás, lo seguirás, y jurarás solamente por su nombre.
Cuéntenles especialmente acerca del día en que estuvieron delante del Señor en el monte Horeb, y él me dijo: “Reúne al pueblo delante de mí, y yo les enseñaré, para que aprendan a obedecerme y también para que les enseñen estas leyes a sus hijos”.
No añadan otras leyes ni quiten ninguna de las que ahora les doy. Pónganlas en práctica, porque se las ha dado el Señor su Dios.
El propósito es que ustedes, sus hijos y nietos, obedezcan al Señor su Dios en todo. ¡Esa es la manera en que ustedes lo honrarán! Como resultado, vivirán muchos años llenos de prosperidad.
Traten a todos con respeto. Amen a los hermanos, honren a Dios y respeten al rey.
Y del trono brotó una voz que decía: «Alaben al Dios nuestro los siervos del Señor que le temen, pequeños y grandes».
Confíen en él y adórenlo con sinceridad. Piensen en las grandes cosas que ha hecho por ustedes.