Elías, el profeta de Tisbé de Galaad, le dijo al rey Acab: «Tan cierto como que el Señor, Dios de Israel, vive, el Dios al cual adoro y sirvo, te digo que no habrá rocío ni lluvia durante varios años en Israel, hasta que yo lo diga».
Amós 2:11 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Y escogí a algunos de sus hijos para que fueran mis profetas, y a otros los elegí para que fueran jóvenes consagrados en exclusividad a mi servicio. ¿Israelitas, se atreverían ustedes a negar esto? Lo ha dicho el Señor. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y levanté de vuestros hijos para profetas, y de vuestros jóvenes para que fuesen nazareos. ¿No es esto así, dice Jehová, hijos de Israel? Biblia Nueva Traducción Viviente Elegí a algunos de sus hijos para ser profetas y a otros para ser nazareos. ¿Acaso puedes negar esto, Israel, pueblo mío? —pregunta el Señor—. Biblia Católica (Latinoamericana) Pero ustedes hicieron tomar vino a los nazireos, y a los profetas les prohibieron predicar. La Biblia Textual 3a Edicion Y a vuestros hijos los elevé por profetas, Y a vuestros jóvenes por nazareos. ¿No es así, hijos de Israel?, dice YHVH. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Yo suscité profetas entre vuestros hijos, y nazireos entre vuestros jóvenes. ¿No es verdad, hijos de Israel? -oráculo de Yahveh-. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y levanté de vuestros hijos para profetas, y de vuestros jóvenes para que fuesen nazareos. ¿No es esto así, dice Jehová, hijos de Israel? |
Elías, el profeta de Tisbé de Galaad, le dijo al rey Acab: «Tan cierto como que el Señor, Dios de Israel, vive, el Dios al cual adoro y sirvo, te digo que no habrá rocío ni lluvia durante varios años en Israel, hasta que yo lo diga».
Luego unge a Jehú hijo de Nimsi, para que sea rey de Israel, y unge a Eliseo hijo de Safat, de Abel Mejolá, para que te reemplace como profeta mío.
Entonces vino un profeta a ver al rey Acab, y le dio este mensaje de parte del Señor: ―¿Ves a todos estos enemigos? Hoy los entregaré en tus manos, así no te quedará ninguna duda de que yo soy el Señor.
Mientras tanto, el Señor habló a uno de los profetas para que le dijera a otro hombre: ―¡Golpéame! Pero el hombre se negó a hacerlo.
Entonces el profeta se arrancó el vendaje de los ojos, y el rey lo reconoció como uno de los profetas.
Sí, aquí hay uno —dijo el rey Acab—, pero yo lo odio, porque jamás me profetiza algo bueno, sino todo lo malo. Su nombre es Micaías hijo de Imlá. ―¡Vamos! —respondió Josafat—. No digas tal cosa.
Una y otra vez, el Señor había enviado profetas que advirtieran a Israel y a Judá que era necesario que dejaran sus malos comportamientos, que obedecieran los mandamientos que había dado a sus antepasados por medio de los profetas.
A pesar de todo, el Señor, Dios de sus padres, que amaba tanto a su pueblo y a su templo, les envió muchos profetas para hacerlos reaccionar.
Y el Señor respondió: Los hombres de la ciudad de Anatot serán castigados por planear tu muerte. Bajo amenaza de muerte te ordenarán que no profetices en el nombre de Dios. Por ello, sus muchachos morirán en batalla, sus niños y niñas morirán de hambre.
Oh pueblo mío, dime: ¿He sido acaso injusto con Israel? ¿He sido para ellos como tierra mala y egoísta? ¿Por qué entonces dice mi pueblo: «Por fin nos vemos libres de Dios, jamás volveremos a tener nada con él?».
Los sacerdotes y los falsos profetas presentaron sus cargos contra Jeremías ante los dignatarios y el pueblo: ―Este hombre merece morir —decían—. Con sus propios oídos han oído su traición, pues ha declarado que esta ciudad será destruida.
Desde el día que sus antepasados salieron de Egipto hasta ahora, he continuado enviándoles mis profetas día tras día.
Sus príncipes eran más puros que la nieve, y muy apuestos, tan elegantes como una joya preciosa;
«No digan tonterías, no sigan diciendo que la desgracia vendrá sobre nosotros, porque no será así», le dice la gente a los profetas.
Los llamaron de nuevo, y les ordenaron que no volvieran a hablar ni a enseñar acerca de Jesús.
―¿No les habíamos prohibido que volvieran a enseñar acerca de Jesús? Ustedes han llenado a Jerusalén de sus enseñanzas y tratan de descargar en nosotros la culpa de la muerte de ese hombre.
»¡Tercos! ¡Infieles! ¿Hasta cuándo van a estar resistiendo al Espíritu Santo? Claro, ¡de tal palo tal astilla!
Levantaré de en medio de ellos un profeta como tú. Yo le diré lo que tiene que decir y él les dirá todo lo que yo ordene.
envió soldados para que lo capturasen. Pero cuando llegaron y vieron a Samuel y a los demás profetas que profetizaban, el Espíritu de Dios cayó sobre ellos y ellos también comenzaron a profetizar.
Y todo Israel desde Dan a Berseba sabía que Samuel iba a ser un profeta del Señor.