―No —dijo el rey—. Si el Señor le ha permitido que me maldiga, ¿quién soy yo para oponerme?
2 Samuel 19:22 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 ―No hables de esa manera —exclamó David—. Este no es día para castigar, sino día de celebración. Una vez más soy el rey de Israel. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 David entonces dijo: ¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia, para que hoy me seáis adversarios? ¿Ha de morir hoy alguno en Israel? ¿Pues no sé yo que hoy soy rey sobre Israel? Biblia Nueva Traducción Viviente —¿Quién les pidió su opinión a ustedes, hijos de Sarvia? —exclamó David—. ¿Por qué hoy se han convertido en mis adversarios? ¡Este no es un día de ejecución, pues hoy he vuelto a ser el rey de Israel! Biblia Católica (Latinoamericana) Abisaí, hijo de Seruya, tomó la palabra y dijo: 'Simei merece la muerte porque maldijo al rey ungido por Yavé'. La Biblia Textual 3a Edicion David entonces dijo: ¿Qué tengo yo que ver con vosotros, hijos de Sarvia, para que os pongáis hoy por adversarios míos? ¿Acaso ha de morir hombre alguno° hoy en Israel? ¿Acaso no acabo de saber que hoy mismo soy hecho rey sobre Israel? Biblia Serafín de Ausejo 1975 Abisay, hijo de Servia, tomó la palabra y dijo: '¿No va a morir Semeí por haber ultrajado al ungido de Yahveh?'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) David entonces dijo: ¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia, para que hoy me seáis adversarios? ¿Ha de morir hoy alguno en Israel? ¿No conozco yo que hoy soy rey sobre Israel? |
―No —dijo el rey—. Si el Señor le ha permitido que me maldiga, ¿quién soy yo para oponerme?
Cuando David y su compañía pasaron por Bajurín, un hombre salió del pueblo, maldiciéndolo. Era Simí hijo de Guerá, miembro de la familia de Saúl.
―¿Por qué ese perro muerto maldice a mi señor, el rey? —preguntó Abisay hijo de Sarvia—. ¡Deme permiso para ir y cortarle la cabeza!
A pesar de que he sido nombrado como rey, nada pude hacer para evitar que los hijos de Sarvia asesinaran a Abner. ¡Que el Señor le dé su castigo a quien cometió tal maldad!».
Al ver a Jesús, le gritaron: ―¡Déjanos tranquilos, Hijo de Dios! ¡Todavía no es hora de que nos atormentes!
Pero Saúl respondió: ―Nadie será ejecutado hoy, porque el Señor ha salvado a Israel.
Pero Dios me libre de matar al hombre que él ha escogido como rey. Pero mira, llevémonos su lanza y su cántaro.
―Dios ha vuelto a poner a tu enemigo en tus manos —susurró Abisay—. Déjame que lo atraviese con su lanza. Lo clavaré en tierra con ella y no necesitaré darle un segundo golpe.
―No —dijo David—, porque nadie puede quedar impune si ataca al ungido del Señor.