Bíobla ar líne

Fógraí


An Bíobla ar fad Sean-Tiomna Tiomna Nua




2 Samuel 19:21 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Abisay hijo de Sarvia exclamó: ―¡Simí merece la muerte por haber maldecido al ungido del Señor!

Féach an chaibidil
Taispeáin Interlinear Bible

Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

Respondió Abisai hijo de Sarvia y dijo: ¿No ha de morir por esto Simei, que maldijo al ungido de Jehová?

Féach an chaibidil

Biblia Nueva Traducción Viviente

Entonces Abisai hijo de Sarvia dijo: —¡Simei debe morir, porque maldijo al rey ungido por el Señor!

Féach an chaibidil

Biblia Católica (Latinoamericana)

Tu servidor sabe muy bien que pecó, pero ahora ha sido el primero de toda la casa de Israel en venir al encuentro del rey mi señor'.

Féach an chaibidil

La Biblia Textual 3a Edicion

Pero Abisai, hijo de Sarvia, respondió y dijo: ¿No ha de ser muerto Simei, por cuanto maldijo al ungido de YHVH?

Féach an chaibidil

Biblia Serafín de Ausejo 1975

Porque yo, tu siervo, reconozco que he pecado. ¡Y hoy vengo el primero de toda la casa de José y he bajado al encuentro de mi señor, el rey!'.

Féach an chaibidil

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Pero Abisai, hijo de Sarvia, respondió y dijo: ¿No ha de morir por esto Simeí, que maldijo al ungido de Jehová?

Féach an chaibidil
Aistriúcháin eile



2 Samuel 19:21
10 Tagairtí Cros  

David y sus hombres siguieron su marcha, y Simí los siguió hasta una colina cercana, maldiciendo y arrojando piedras contra David y lanzando polvo al aire.


Cuando David y su compañía pasaron por Bajurín, un hombre salió del pueblo, maldiciéndolo. Era Simí hijo de Guerá, miembro de la familia de Saúl.


―¿Por qué ese perro muerto maldice a mi señor, el rey? —preguntó Abisay hijo de Sarvia—. ¡Deme permiso para ir y cortarle la cabeza!


Oh Dios, defensor nuestro, ten piedad de aquel que ungiste como rey tuyo.


»No ofenderán ni maldecirán a las autoridades, ni a los jueces ni a los gobernantes.


De nuestro rey, el escogido del Señor, el que era para nosotros como el aire que respiramos, de quien decíamos: ¡Bajo su protección podremos resistir a cualquier nación sobre la tierra!, él también ha sido apresado.


―Jamás haré lo que me sugieren, —dijo a sus hombres—. Es un grave pecado agredir al rey escogido de Dios.


―No —dijo David—, porque nadie puede quedar impune si ataca al ungido del Señor.