Entonces Joab fue a la habitación del rey y le dijo: «Avergüenza a todos sus siervos que han salvado su vida y la de sus hijos e hijas, y la de sus esposas y concubinas; como si hubiéramos cometido un delito.
2 Samuel 18:17 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Arrojaron el cuerpo de Absalón en un gran hoyo que había en el bosque y pusieron un gran montón de piedras sobre él. Todo Israel huyó. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Tomando después a Absalón, le echaron en un gran hoyo en el bosque, y levantaron sobre él un montón muy grande de piedras; y todo Israel huyó, cada uno a su tienda. Biblia Nueva Traducción Viviente Arrojaron el cuerpo de Absalón dentro de un hoyo grande en el bosque y encima apilaron un montón de piedras. Y todo Israel huyó a sus hogares. Biblia Católica (Latinoamericana) Tomaron a Absalón y lo echaron en una gran fosa en medio del bosque, y amontonaron piedras encima. Los israelitas, por su parte, habían huido, yendo cada cual a su lugar. La Biblia Textual 3a Edicion Luego, tomando a Absalón, lo echaron a un gran hoyo en el bosque y colocaron sobre él un gran montón de piedras. Y todo Israel huyó, cada uno a sus tiendas. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Luego tomaron a Absalón, lo arrojaron en una gran fosa en el bosque y pusieron encima un gran montón de piedras. Mientras tanto, todos los de Israel huyeron, cada uno a su tienda. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Tomando después a Absalón, le echaron en un gran hoyo en el bosque, y levantaron sobre él un muy grande montón de piedras; y todo Israel huyó, cada uno a su tienda. |
Entonces Joab fue a la habitación del rey y le dijo: «Avergüenza a todos sus siervos que han salvado su vida y la de sus hijos e hijas, y la de sus esposas y concubinas; como si hubiéramos cometido un delito.
Al oír esto, el rey salió y se sentó junto a la entrada de la ciudad. Cuando el pueblo lo supo, fue y se presentó delante de él. Por su parte, los israelitas que habían acompañado a Absalón regresaron a sus casas.
Y por todas partes sólo se hablaba de lo que había sucedido. La gente comentaba: «El rey David nos libró del poder de nuestros enemigos. Fue él quien nos salvó del dominio de los filisteos. Pero por culpa de Absalón tuvo que huir del país.
Allí en Guilgal se hallaba un hombre perverso llamado Sabá hijo de Bicrí, de la tribu de Benjamín. Este tocó la trompeta y comenzó a gritar: «¡No tenemos nada que ver con David! ¡Nada ganamos con seguir al hijo de Isaí! ¡Israelitas, váyanse a sus casas!».
La mujer fue a hablar con el pueblo y convenció a todos de que le cortaran la cabeza a Sabá hijo de Bicrí. Así lo hicieron, y le arrojaron la cabeza a Joab. Entonces Joab hizo sonar su trompeta y reunió a sus hombres para que no realizaran el ataque, y volvieron a Jerusalén, para presentarse ante el rey.
El rey Jorán trató de aplastar la rebelión, pero no tuvo éxito. Cruzó el río Jordán y atacó la ciudad de Zaír, pero fue rápidamente rodeado por los edomitas. Protegido por la oscuridad de la noche, logró cruzar las filas enemigas, pero su ejército se dispersó.
Al justo se le recuerda con alegría, pero el nombre de los malvados será como algo podrido.
y declararán: “Este hijo nuestro es soberbio y rebelde, y no obedece, es glotón y borracho”.
Entonces los hombres de la ciudad lo apedrearán hasta darle muerte. De esta manera desarraigarás el mal de en medio de ti, y todos los jóvenes de Israel oirán lo ocurrido y tendrán temor.
Cuando el sol se estaba ocultando, dio órdenes de que bajaran los cuerpos y los arrojaran en la cueva donde habían estado escondidos. Luego pusieron un gran montón de piedras sobre la entrada de la cueva. El montón aún está en ese lugar.
e hicieron un gran montón de piedras sobre ellos. Las piedras todavía están allí hasta el día de hoy, y ese lugar aún es conocido como el valle de la Calamidad. Entonces el Señor calmó su ira.
Josué colgó al rey de Hai de un árbol hasta la tarde, pero cuando el sol estaba declinando bajó el cuerpo, lo arrojó frente al portón de la ciudad, y lo cubrió con un montón de piedras que todavía está allí.
Los filisteos pelearon tan desesperadamente que vencieron a Israel nuevamente. Treinta mil soldados de la infantería israelita murieron aquel día y los restantes huyeron.