Entonces José llevó a su padre Jacob ante el faraón. Y Jacob bendijo al faraón.
2 Samuel 14:22 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Joab se inclinó a tierra delante del rey, lo bendijo y dijo: ―Al fin sé que mi señor, el rey, tiene buena voluntad hacia mí, pues me ha concedido esta petición. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y Joab se postró en tierra sobre su rostro e hizo reverencia, y después que bendijo al rey, dijo: Hoy ha entendido tu siervo que he hallado gracia en tus ojos, rey señor mío, pues ha hecho el rey lo que su siervo ha dicho. Biblia Nueva Traducción Viviente Joab se inclinó rostro en tierra con profundo respeto y dijo: —Por fin sé que cuento con su favor, mi señor el rey, porque me ha concedido esta petición. Biblia Católica (Latinoamericana) Joab se postró con el rostro en tierra y bendijo al rey, diciendo: 'Ahora que el rey solucionó el problema de su servidor, tengo la prueba de que está lleno de atenciones para mí'. La Biblia Textual 3a Edicion Y Joab cayó en tierra sobre su rostro, se postró y bendijo al rey, y dijo Joab: Tu siervo sabe ahora que ha hallado gracia a tus ojos, mi señor, oh rey, pues el rey ha cumplido la petición de su siervo. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Cayó entonces Joab rostro en tierra, postrándose, bendijo al rey y exclamó: 'Ahora sabe tu siervo, oh rey, mi señor, que cuento con tu favor, pues el rey va a cumplir los deseos de su siervo'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Joab cayó rostro en tierra, y postrándose, dio gracias al rey: Y Joab dijo: Hoy tu siervo sabe que he hallado gracia en tus ojos, oh rey señor mío; puesto que el rey ha concedido la petición de su siervo. |
Entonces José llevó a su padre Jacob ante el faraón. Y Jacob bendijo al faraón.
Entonces el rey llamó a Joab y le dijo: ―Bien, anda y trae a Absalón.
Cuando la mujer llegó ante el rey, se arrojó con el rostro al suelo frente a él y clamó: ―¡Mi señor, por favor, ayúdeme!
Todo el pueblo cruzó el río Jordán con el rey; y después que David besó y dio su bendición a Barzilay, este regresó a su casa.
El pueblo bendijo a todos los que se ofrecieron voluntariamente para ir a vivir a Jerusalén.
Todos se regocijaban al oír mis palabras. Hablaban bien de mí cuantos me veían.
Un día Rut le dijo a Noemí: ―Quizás yo pueda ir a los campos de algún hombre bondadoso para recoger algunas de las gavillas que quedan tras los segadores. Y Noemí dijo: ―Muy bien, hija mía, ve a hacer lo que has dicho.
―¡Por supuesto que tú no lo sabes! —dijo David—. Tu padre sabe perfectamente bien la amistad que nos une, y seguramente ha pensado: “No se lo diré a Jonatán. ¿Para qué afligirlo?”. Pero la verdad es que estoy a un paso de la muerte; lo juro por el Señor y por tu propia alma.