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2 Reyes 7:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

y llenos de pánico habían huido en medio de la noche, abandonando tiendas, caballos, burros y todo lo demás.

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Biblia Reina Valera 1960

Y así se levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus asnos, y el campamento como estaba; y habían huido para salvar sus vidas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Así que se llenaron de pánico y huyeron en la oscuridad de la noche; abandonaron sus carpas, sus caballos, sus burros y todo lo demás, y corrieron para salvar la vida.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Habían pues huido al ponerse el sol, abandonando sus tiendas, caballos y burros, en una palabra, el campamento tal cual estaba, pensando sólo en salvar su vida.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Por lo que se levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas, y sus caballos, y sus asnos; dejando el campamento tal como estaba, y habían huido por sus vidas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Y al atardecer se levantaron y se dieron a la fuga abandonando sus tiendas, sus caballos y asnos, y el campamento tal como estaba; pues habían huido para salvar sus vidas.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y así se levantaron y huyeron al anochecer, dejando sus tiendas, sus caballos, sus asnos y el campamento como estaba; y huyeron para salvar sus vidas.

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2 Reyes 7:7
18 Tagairtí Cros  

Un carro egipcio entregado en Jerusalén costaba seiscientas piezas de plata, y los caballos, ciento cincuenta. Luego muchos de estos eran vendidos a los reyes de los hititas y de los sirios.


Cada uno mató a un soldado sirio, y repentinamente, todos los sirios huyeron presas del pánico. Los israelitas los persiguieron, pero el rey Ben Adad y unos pocos jinetes escaparon.


Razón tiene para temer; su enemigo está por darle alcance.


Poca cosa es un caballo de guerra para obtener victoria; es vigoroso, pero no puede salvar.


Los reyes enemigos y sus tropas huyen; mientras las mujeres de Israel se reparten el botín.


El corazón del rey es como un río en las manos del Señor, él lo dirige adonde él quiere.


El malvado huye sin que nadie lo persiga; pero el justo vive confiado como león.


Libérate, como se libera la gacela del cazador, o como se libera el ave de la trampa.


Por fin abandonarán sus ídolos de oro y plata a los topos y a los murciélagos,


De estas dos cosas que no pueden cambiarse y en las que es imposible que Dios mienta, recibimos un gran consuelo los que ahora acudimos a él en busca de su protección y confiados en la esperanza que nos ha dado.


Y se mantuvieron firmes y observaron cómo todo aquel enorme ejército comenzó a correr de un lado a otro, gritando y huyendo presa del pánico.


Repentinamente cundió el pánico en todo el campamento filisteo, tanto los que estaban acampados como los que estaban en el campo abierto. Para colmo, hubo un gran terremoto que aumentó el terror.