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2 Reyes 6:15 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Al día siguiente, cuando el criado del profeta se levantó temprano y salió al exterior, vio las tropas, los caballos y los carros por toda la ciudad. ―¡Ay, señor mío! ¿Qué haremos ahora? —exclamó ante Eliseo.

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Biblia Reina Valera 1960

Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Al día siguiente, cuando el sirviente del hombre de Dios se levantó temprano y salió, había tropas, caballos y carros de guerra por todos lados. —¡Oh señor! ¿Qué vamos a hacer ahora? —gritó el joven a Eliseo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

El sirviente del hombre de Dios se levantó muy temprano y, cuando salió, vio que un regimiento rodeaba la ciudad con sus caballos y carros. El muchacho dijo a Eliseo: '¡Ay, señor mío! ¿Qué vamos a hacer?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y cuando el siervo del varón de Dios madrugó para salir, he aquí un ejército con caballos y carros° rodeando la ciudad. Y su siervo le dijo: ¡Ay, señor mío! ¿Cómo haremos?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

El criado del varón de Dios se levantó muy de mañana y, al salir fuera, se encontró con que un fuerte ejército, con caballos y carros, rodeaba la ciudad. El criado de Eliseo le dijo: '¡Ay, señor mío! ¿Qué haremos?'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y levantándose de mañana el que servía al varón de Dios, para salir, he aquí el ejército que tenía cercada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿Qué haremos?

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2 Reyes 6:15
13 Tagairtí Cros  

Eliseo entonces regresó. Luego tomó los bueyes, los mató y usó la leña del arado para hacer una fogata, para asar la carne. Invitó a su gente a comer del asado, y ellos aceptaron su invitación. Luego se fue con Elías, como su ayudante.


Pero Josafat, rey de Judá, preguntó: ―¿No hay aquí algún profeta del Señor con nosotros? Si lo hay, podemos preguntarle qué hemos de hacer. ―Eliseo hijo de Safat, que era siervo de Elías, vive cerca de aquí —respondió uno de los oficiales del rey de Israel.


Pero Guiezi, siervo de Eliseo, se dijo: «Mi amo no debió haber dejado que este hombre se fuera sin recibirle sus regalos. Yo lo alcanzaré y le pediré algo». Así que salió en busca de Naamán.


Por cuanto has hecho esto, la lepra de Naamán se te pasará a ti, a tus hijos, y a los hijos de tus hijos para siempre. Tan pronto dejó a Eliseo, la piel de Guiezi se volvió completamente blanca, debido a la lepra.


Entonces, una noche, el rey de Siria envió un gran ejército con muchos carros y caballos que rodearon la ciudad.


―No tengas miedo —le dijo Eliseo—. Son más los que están con nosotros que los que están con ellos.


pero a uno de ellos se le cayó el hacha al río. ―¡Señor, era prestada! —gritó.


Dios nuestro, ¿no lo impedirás tú? Nosotros no podemos hacerle frente a este gran ejército. No sabemos qué hacer, pero estamos confiando en ti».


Pero pronto un inaudito terror les sobrevendrá. Dios esparcirá los huesos de esos enemigos suyos. Están condenados, porque Dios los ha rechazado.


Moisés y Josué, su ayudante, subieron al monte de Dios.


―Hombres de poca fe, ¿a qué viene tanto miedo? —les respondió. Entonces, se puso de pie, reprendió al viento y a las olas, y la tormenta cesó y todo quedó en calma.


Juan viajaba con ellos como ayudante. Después de predicar la palabra de Dios en la sinagoga de los judíos que había en Salamina,