Pero tienes que saber que aún quedan siete mil hombres en Israel que jamás se han inclinado ante Baal ni lo han adorado.
2 Reyes 5:18 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Claro que cuando mi amo, el rey, entre en el santuario del dios Rimón y se apoye sobre mi brazo, el Señor habrá de perdonarme que yo me incline también. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo. Biblia Nueva Traducción Viviente Sin embargo, que el Señor me perdone en una sola cosa: cuando mi amo, el rey, vaya al templo del dios Rimón para rendirle culto y se apoye en mi brazo, que el Señor me perdone cuando yo también me incline. Biblia Católica (Latinoamericana) Sin embargo que Yavé perdone a este su servidor, pues cuando mi señor entra en el templo de Rimmón para postrarse, se apoya en mi brazo y yo tengo que postrarme junto con él en el templo de Rimmón. Que Yavé se digne perdonar esto a tu servidor'. La Biblia Textual 3a Edicion En esto perdone YHVH a tu siervo: cuando mi señor entre al templo de Rimón para postrarse allí, y se apoye en mi mano, y yo me incline en el templo de Rimón, cuando yo tenga que inclinarme en el templo de Rimón, perdone YHVH a tu siervo en esto. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Con todo, que Yahveh me perdone una cosa: que cuando entre mi señor en el templo de Rimón, apoyándose en mi brazo, para adorar allí, y me postre también yo en el templo de Rimón mientras él se postra en el templo de Rimón, que Yahveh perdone a tu siervo por ello'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) En esto perdone Jehová a tu siervo; que cuando mi señor entrare en el templo de Rimón, y para adorar en él se apoyare sobre mi mano, si yo también me inclinare en el templo de Rimón, si en el templo de Rimón me inclino, Jehová perdone en esto a tu siervo. |
Pero tienes que saber que aún quedan siete mil hombres en Israel que jamás se han inclinado ante Baal ni lo han adorado.
El Señor había hecho un pacto con los israelitas, que tenía las siguientes condiciones: «No adoren a dioses paganos, ni se inclinen delante de ellos; no los alaben ni ofrezcan sacrificios. Adórenme solo a mí, que soy el Señor, que los saqué de la tierra de Egipto con demostraciones grandiosas de poder.
El rey había ordenado a su ayudante especial que controlara el paso de la gente por la puerta de la ciudad, pero lo atropellaron, y murió. De ese modo se cumplió lo que el profeta Eliseo le había dicho el día anterior, cuando el rey había enviado a arrestarlo.
El oficial que servía de ayudante al rey le dijo: ―Eso no podría ocurrir ni aunque el Señor hiciera ventanas en los cielos. Pero Eliseo le respondió: ―Tú lo verás, pero no podrás comprar nada.
No te inclinarás delante de ninguna imagen ni la adorarás, porque yo, el Señor tu Dios, soy muy celoso, y no compartiré con otros dioses la honra que me pertenece. Cuando castigo a alguien por sus pecados, el castigo alcanza a sus hijos, a sus nietos y a sus bisnietos.
¡En aquellos días, dice el Señor, no se hallará pecado en Israel ni en Judá, porque yo perdonaré a los que hayan quedado, a quienes yo liberé!
Para que no se les ocurra mezclarse con los pueblos (paganos) que aún viven en esta tierra. Ni siquiera mencionen el nombre de sus dioses, ni juren por ellos, ni los adoren.