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2 Reyes 4:2 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

―¿Qué puedo hacer por ti? —le preguntó Eliseo—. ¿Qué tienes en la casa? ―Absolutamente nada, salvo un cántaro de aceite de oliva —contestó ella.

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Biblia Reina Valera 1960

Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

—¿Cómo puedo ayudarte? —preguntó Eliseo—. Dime, ¿qué tienes en tu casa? —No tengo nada, solo un frasco de aceite de oliva —contestó ella.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Eliseo le dijo: '¿Qué puedo hacer por ti? Dime ¿qué tienes en tu casa?' Respondió: 'Tu sirvienta no tiene nada en tu casa, excepto un cantarito de aceite'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y Eliseo le dijo: ¿Qué haré por ti? Dime qué tienes en casa. Y ella respondió: Tu sierva no tiene en su casa sino una vasija de aceite.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Eliseo le dijo: '¿Qué puedo hacer por ti? Dime: ¿qué tienes en casa?'. Respondió ella: 'Tu sierva no tiene en casa otra cosa sino una alcuza de aceite'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y Eliseo le dijo: ¿Qué puedo hacer por ti? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.

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2 Reyes 4:2
10 Tagairtí Cros  

Pero ella le respondió: ―La verdad es que no tengo ni un solo pedazo de pan. Lo único que me queda es un puñado de harina y un poco de aceite. Estaba juntando algunas ramas para hacer fuego, para preparar mi última comida, para que luego mi hijo y yo nos muramos de hambre. Esto es tan cierto como que el Señor tu Dios vive.


Cuando llegaron a la otra orilla, Elías le dijo a Eliseo: ―¿Qué deseas que te conceda antes de ser llevado arriba? Y Eliseo le respondió: ―Concédeme el doble del poder profético que tú has tenido.


―Entonces pide prestadas cuantas vasijas puedas de tus amigas y vecinos —le ordenó—.


―¿Qué tienes en la mano? —le preguntó el Señor. ―Una vara de pastor —le respondió Moisés.


―¿Qué tienen ahora? —les preguntó Jesús. ―¡Siete panes y unos cuantos pescados!


―No tengo dinero que darte —continuó Pedro—. Pero te daré lo que tengo. ¡En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina!


Tenemos el corazón adolorido, pero a la vez no nos falta el gozo. Parecemos pobres, pero enriquecemos a muchos; no tenemos nada, y, sin embargo, somos dueños de todo.


Escuchen, hermanos queridos: Dios ha escogido a los que son pobres según el mundo, para que sean ricos en fe y reciban como herencia el reino que él prometió a quienes lo aman.