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2 Reyes 21:9 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Pero el pueblo no quiso escuchar al Señor, y Manasés los indujo a hacer mayores males que las naciones vecinas, aun cuando el Señor había destruido a aquellas naciones por sus malos comportamientos, cuando el pueblo de Israel entró en la tierra.

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Biblia Reina Valera 1960

Mas ellos no escucharon; y Manasés los indujo a que hiciesen más mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Sin embargo, la gente se negó a escuchar, y Manasés los llevó a cometer cosas aún peores que las que habían hecho las naciones paganas que el Señor había destruido cuando el pueblo de Israel entró en la tierra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Pero no hicieron caso y Manasés los arrastró a hacer cosas peores aún que las hechas por las naciones que había destruido Yavé ante los israelitas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Pero no escucharon, pues Manasés los indujo a hacer el mal, más que las otras naciones a las que YHVH había destruido delante de los hijos de Israel.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Pero ellos no obedecieron y Manasés les indujo a hacer el mal, hasta el punto de hacer cosas peores que las que hacían las naciones que Yahveh había exterminado delante de Israel.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Mas ellos no escucharon; y Manasés los indujo a que hiciesen más mal que las gentes que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel.

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2 Reyes 21:9
25 Tagairtí Cros  

Él abandonará a Israel, porque Jeroboán pecó contra él, e hizo pecar a todo Israel juntamente con él».


Por el contrario, fue tan malo como los reyes de Israel. Tanta fue su maldad, que hasta sacrificó en el fuego a su hijo, para ofrecérselo a un dios falso, que era una ceremonia repugnante que practicaba la gente que antes vivía en aquella tierra que el Señor le dio a su pueblo Israel.


Entonces el Señor declaró por medio de los profetas:


Pero Manasés indujo a la gente de Judá y de Jerusalén a cometer males mayores que los pueblos que el Señor había destruido, cuando Israel entró en la tierra:


Pero el pueblo se burlaba de aquellos mensajeros de Dios, es decir, de los profetas, y no tenían respeto por la palabra del Señor. Por eso, llegó el día en que el Señor descargó su ira contra ellos, y ya no hubo más remedio.


»Pero a pesar de todo esto, fueron desobedientes y se rebelaron contra ti. Dejaron tu ley, dieron muerte a los profetas que les exhortaban a volver a ti, e hicieron muchas otras cosas abominables.


aunque ronden por todas partes y la maldad sea exaltada por toda la tierra.


Yo soy el Señor tu Dios, quien te sacó de la tierra de Egipto. ¡Pruébame! Abre bien la boca, y verás si no la lleno. ¡Recibirás toda la bendición que necesites!


Si el gobernante presta atención a las mentiras todos sus oficiales se corrompen.


Y comprenderán que yo soy el Señor, al que ustedes no han querido obedecer, sino que ustedes han preferido imitar a las naciones a su alrededor”».


¡No le has ido a la zaga a la hora de cometer maldades, sino que en poco tiempo las sobrepasaste a ellas!


Ciudad de Homicidios, condenada y sentenciada, ciudad de ídolos, contaminada e inmunda,


No hemos hecho caso a tus servidores los profetas, quienes hablaron en tu nombre a nuestros reyes, príncipes, a nuestros antepasados y a todo el pueblo de esta tierra.


»Efraín ha sido oprimido y se le han violentado sus derechos, y ello por haber decidido seguir a sus ídolos.


»¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas!, pero no quisiste.


Ellos no serían culpables de pecado, si yo no hubiera venido ni les hubiera hablado. Pero ahora no tienen disculpa por su pecado.


Todo aquel que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.


Sin embargo, tengo esto contra ti: Tú permites que Jezabel, la que dice ser profetisa, enseñe a mis siervos a practicar inmoralidades sexuales y a comer carne sacrificada a los ídolos.


Con todo, el pueblo no quiso oír la advertencia de Samuel. ―De todos modos, queremos un rey —le dijeron—.