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2 Reyes 1:14 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Yo sé que los otros dos oficiales y sus soldados, que vinieron antes de nosotros, murieron quemados por el fuego que cayó del cielo. Por eso, te pido que nos perdones la vida.

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Biblia Reina Valera 1960

He aquí ha descendido fuego del cielo, y ha consumido a los dos primeros capitanes de cincuenta con sus cincuenta; sea estimada ahora mi vida delante de tus ojos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Sabemos que cayó fuego del cielo y destruyó a los primeros dos grupos; pero ahora, ¡le ruego que me perdone la vida!

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La Biblia Textual 3a Edicion

He aquí, fuego de los cielos ha descendido y ha consumido a los dos anteriores capitanes de cincuenta con sus cincuenta; ahora pues, ¡que mi vida° sea de valor ante tus ojos!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Ya ves que ha bajado fuego del cielo y ha devorado a los dos primeros jefes de cincuenta con sus cincuenta hombres. ¡Que ahora mi vida tenga algún valor a tus ojos!'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

He aquí ha descendido fuego del cielo y ha consumido a los dos primeros capitanes de cincuenta con sus cincuenta; sea ahora mi vida de valor delante de tus ojos.

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2 Reyes 1:14
11 Tagairtí Cros  

Una vez más, el rey envió cincuenta hombres, pero esta vez el oficial se puso de rodillas ante Elías, y le rogó: ―Varón de Dios, perdona mi vida y la vida de estos tus cincuenta siervos.


Entonces el ángel del Señor le dijo a Elías: «No temas. Ve con él». Y Elías fue ante la presencia del rey.


Sus amados son muy preciosos para él; le causa tristeza cuando ellos mueren.


Tal salvación no se da fácilmente, pues nadie puede pagar suficiente,


Los salvará de la opresión y la violencia; porque sus vidas son muy valiosas para él.


porque la prostituta anda tras tu dinero, pero la adúltera anda tras tu misma vida.


No me importa cuánto haya de sufrir ni trato de salvar mi vida. Lo único que me importa es terminar con gozo mi carrera y la tarea que me señaló el Señor Jesús: dar testimonio del inmenso amor de Dios.


―He hecho mal —exclamó Saúl—. Regresa, hijo mío, y no trataré más de dañarte. Tú me has perdonado la vida hoy. He sido un necio y he actuado mal, muy mal.


Ahora, que el Señor salve mi vida, así como yo he salvado la tuya hoy. Que él me salve de toda aflicción.