Voy a pedir que les traigan agua para que se laven los pies, y podrán quedarse a descansar bajo la sombra de este árbol.
1 Samuel 25:41 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 ella prontamente accedió a la petición y dijo: «Estoy dispuesta a servirle a David e incluso lavarle los pies a sus sirvientes». Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y ella se levantó e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, que será una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces ella se inclinó al suelo y respondió: —Yo, su sierva, estaría encantada de casarme con David. ¡Aun estaría dispuesta a ser una esclava y lavar los pies de sus siervos! Biblia Católica (Latinoamericana) Ella se levantó, se postró en tierra y dijo: 'Tu sirvienta será para ti como una esclava, para lavar los pies de los sirvientes de mi señor'. La Biblia Textual 3a Edicion Y ella se levantó y se postró rostro en tierra, y dijo: He aquí tu sierva, para ser sierva que lave los pies de los siervos de mi señor. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Ella se levantó, se postró rostro en tierra y dijo: 'Tu sierva es como una esclava para lavar los pies de los servidores de mi señor'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y ella se levantó, e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, para que sea sierva que lave los pies de los siervos de mi señor. |
Voy a pedir que les traigan agua para que se laven los pies, y podrán quedarse a descansar bajo la sombra de este árbol.
El honrar al Señor enseña sabiduría; primero viene la humildad y luego la honra.
Primero viene el orgullo y luego el fracaso; primero la humildad y luego los honores.
Predicaba de esta manera: «Pronto vendrá alguien más poderoso que yo, y ni siquiera soy digno de agacharme ante él para desatar la correa de sus sandalias.
Tiene que haberse labrado una sana reputación por sus buenas obras, como por ejemplo, haber educado bien a sus hijos, haber sido hospitalaria, haber lavado los pies de los que son del pueblo santo, haber brindado ayuda a los que sufren y haber sido bondadosa en todo.
Ella le dio gracias de todo corazón: ―¿Cómo puedes ser tan bondadoso conmigo? —preguntó—. Tú sabes que yo tan sólo soy una extranjera.
―Gracias, señor —contestó ella—, tú has sido bondadoso conmigo, aunque ni siquiera soy una de tus trabajadoras.
Cuando Abigaíl vio a David, se desmontó e hizo una reverencia delante de él.
Cuando los mensajeros llegaron al Carmelo y le dijeron a qué habían venido,