En la primavera del año siguiente, que era la época en que los reyes salían a la guerra, David envió a Joab y a sus oficiales y a todo el ejército para que atacaran a los amonitas y sitiaran la ciudad de Rabá. Pero David se quedó en Jerusalén.
1 Samuel 18:30 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Cada vez que el ejército filisteo atacaba, David tenía triunfos más resonantes que todo el resto de los soldados de Saúl. Por tanto, el nombre de David se hizo muy famoso. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y salieron a campaña los príncipes de los filisteos; y cada vez que salían, David tenía más éxito que todos los siervos de Saúl, por lo cual se hizo de mucha estima su nombre. Biblia Nueva Traducción Viviente Cada vez que los comandantes filisteos atacaban, David tenía más éxito en contra de ellos que todos los demás oficiales de Saúl; por eso el nombre de David llegó a ser muy famoso. Biblia Católica (Latinoamericana) Cada vez que los jefes de los filisteos salían de campaña, David tenía más éxito que los demás servidores de Saúl. Se hizo célebre. La Biblia Textual 3a Edicion Y los príncipes de los filisteos continuaron saliendo a la guerra, y sucedía que cada vez que lo hacían, David actuaba en las batallas mejor que cualquiera de los siervos de Saúl, de modo que su nombre llegó a cobrar mucha fama. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Los jefes de los filisteos salían a campaña; pero cada vez que salían a campaña, David conseguía más éxito que todos los oficiales de Saúl, por lo que su nombre se hizo muy famoso. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y salían a campaña los príncipes de los filisteos; y sucedía que cada vez que salían, David se conducía con más prudencia que todos los siervos de Saúl; así que su nombre era muy ilustre. |
En la primavera del año siguiente, que era la época en que los reyes salían a la guerra, David envió a Joab y a sus oficiales y a todo el ejército para que atacaran a los amonitas y sitiaran la ciudad de Rabá. Pero David se quedó en Jerusalén.
Que yo he estado con él adondequiera que ha ido y he derrotado a sus enemigos. Que yo engrandeceré aún más su nombre, para que sea uno de los hombres más famosos del mundo.
Una vez más, el rey envió cincuenta hombres, pero esta vez el oficial se puso de rodillas ante Elías, y le rogó: ―Varón de Dios, perdona mi vida y la vida de estos tus cincuenta siervos.
Sus amados son muy preciosos para él; le causa tristeza cuando ellos mueren.
Sí, tengo más entendimiento que mis maestros, porque siempre medito en tus normas.
Al hombre lo alaban según su sabiduría, pero al de corazón perverso lo desprecian.
Y en todos los asuntos que requerían información adecuada y juicio equilibrado, el rey encontró que el consejo de estos jóvenes era diez veces mejor que el de los magos y agoreros de su reino.
pues yo les daré las palabras adecuadas y sabias para responder, y ninguno de sus enemigos podrá estar en contra de ustedes ni contradecirlos.
Así que tengan mucho cuidado de cómo viven. Vivan como sabios, no como necios;
Acérquense a Cristo, que es la Piedra viva que los seres humanos despreciaron pero que Dios escogió y es preciosa para él. De este modo,
Para ustedes los creyentes, esta piedra es preciosa. Pero para los que no creen: «La piedra que los constructores despreciaron ha llegado a ser la piedra más importante».
tuvo cada vez más temor de él, y su odio se acrecentó con cada día que pasaba.
David quedó como ayudante especial de Saúl, y siempre cumplía sus encargos tan satisfactoriamente que Saúl le dio autoridad sobre sus hombres de guerra, designación que fue aplaudida por el ejército y por el pueblo.
La guerra estalló poco después, David dirigió las tropas contra los filisteos, y mató a muchos de ellos haciendo huir a todo el ejército.
»Por lo tanto, yo, el Señor Dios de Israel, declaro que aunque prometí que tu casa y la casa de tus antepasados llevarían el sacerdocio por siempre, no permitiré que se siga haciendo lo que tú haces. Honraré solamente a los que me honran, y despreciaré a los que me desprecian.
―He hecho mal —exclamó Saúl—. Regresa, hijo mío, y no trataré más de dañarte. Tú me has perdonado la vida hoy. He sido un necio y he actuado mal, muy mal.
Ahora, que el Señor salve mi vida, así como yo he salvado la tuya hoy. Que él me salve de toda aflicción.