De modo que el ángel me dijo: «Este es el mensaje de Dios para Zorobabel: No vencerás con ejército, ni usando tu fuerza, sino sólo con mi Espíritu, dice el Señor Todopoderoso.
1 Samuel 13:22 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 En todo el ejército de Israel no había una sola espada ni una lanza, salvo las de Saúl y Jonatán. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Así aconteció que en el día de la batalla no se halló espada ni lanza en mano de ninguno del pueblo que estaba con Saúl y con Jonatán, excepto Saúl y Jonatán su hijo, que las tenían. Biblia Nueva Traducción Viviente Por eso el día de la batalla, nadie del pueblo de Israel tenía espada o lanza, excepto Saúl y Jonatán. Biblia Católica (Latinoamericana) A eso se debía que el día del combate ninguno de los hombres que estaban con Saúl y Jonatán tenía en su mano una lanza o una espada. Unicamente Saúl y Jonatán portaban armas. La Biblia Textual 3a Edicion De tal manera aconteció que el día de la batalla no se hallaba ni una espada ni una lanza en mano de ninguno de los del pueblo que estaban con Saúl y con Jonatán, excepto Saúl y su hijo Jonatán, que sí las tenían. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y así, el día del combate no se halló espada ni lanza en manos de nadie de los que estaban con Saúl y Jonatán. Sólo las tenían Saúl y su hijo Jonatán. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y aconteció que en el día de la batalla no se halló espada ni lanza en mano de ninguna de la gente que estaba con Saúl y Jonatán, excepto en Saúl y su hijo Jonatán, que las tenían. |
De modo que el ángel me dijo: «Este es el mensaje de Dios para Zorobabel: No vencerás con ejército, ni usando tu fuerza, sino sólo con mi Espíritu, dice el Señor Todopoderoso.
Pero este precioso tesoro lo guardamos en una vasija de barro. Es así para que sea obvio que este glorioso poder viene de Dios y no de nosotros.
Cuando Israel buscó nuevos dioses, todo se desplomó, nuestros amos no nos dejaban tener ni escudo ni espada; entre los cuarenta mil valientes de Israel ni un arma podía ser hallada.
Esto era lo que se cobraba: por afilar la punta de un arado, ocho gramos de plata; por los azadones, ocho gramos de plata; por las hachas o las hoces, cuatro gramos de plata; y por componer las aguijadas, cuatro gramos de plata.
e Israel sabrá que el Señor no depende de las armas para realizar sus planes. Esta batalla le pertenece al Señor y él los va a entregar a ustedes en nuestras manos.
De esa manera David venció al gigante filisteo. Como no tenía espada, corrió y sacó la del gigante de la vaina y lo mató con ella, y luego le cortó la cabeza. Cuando los filisteos vieron que su campeón había muerto, huyeron.