Esaú insistió: ―¿No tienes ninguna bendición para mí? ¡Padre mío, bendíceme también a mí! Y se puso a llorar a gritos.
1 Samuel 11:4 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá, ciudad de Saúl, y contaron lo que ocurría, todos se pusieron a llorar. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Llegando los mensajeros a Gabaa de Saúl, dijeron estas palabras en oídos del pueblo; y todo el pueblo alzó su voz y lloró. Biblia Nueva Traducción Viviente Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá de Saúl y le contaron al pueblo acerca de su aprieto, todos se echaron a llorar. Biblia Católica (Latinoamericana) Llegaron los mensajeros a Guibea de Saúl y le contaron todo el problema al pueblo: todo el pueblo lanzó una gran lamentación y se pusieron a llorar. La Biblia Textual 3a Edicion Cuando los mensajeros llegaron a Gabaa de Saúl, dijeron estas palabras a oídos del pueblo, y todo el pueblo alzó su voz y lloró. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Llegaron los mensajeros a Guibeá de Saúl y transmitieron la propuesta a oídos del pueblo, que a voz en grito empezó a llorar. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y llegando los mensajeros a Gabaa de Saúl, dijeron estas palabras en oídos del pueblo; y todo el pueblo lloró a voz en grito. |
Esaú insistió: ―¿No tienes ninguna bendición para mí? ¡Padre mío, bendíceme también a mí! Y se puso a llorar a gritos.
El jefe era Ajiezer y Joás hijos de Semá, de Guibeá. Los otros eran: Jeziel y Pélet, hijos de Azmávet; Beracá y Jehú, de Anatot; Ismaías, de Gabaón, que era uno de los treinta guerreros y jefe de ellos; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad, de Guederá; Eluzay, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías el harufita; Elcaná, Isías, Azareel, Joezer y Yasobeán (todos coreítas); Joelá y Zebadías, hijos de Jeroán, procedentes de Guedor.
Si alguien se alegra, alégrense con él; si alguien está triste, acompáñenlo en su tristeza.
Si un miembro sufre, los demás miembros sufren con él; y si un miembro recibe algún honor, los demás se regocijan con él.
Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas y así estarán obedeciendo la ley de Cristo.
Acuérdense de los presos, como si ustedes estuvieran presos con ellos. Acuérdense también de los que son maltratados como si ustedes mismos fueran los que sufren.
Entonces todos los israelitas subieron a Betel y lloraron delante del Señor, y ayunaron hasta la tarde, ofreciendo holocaustos y sacrificios de paz.
Los caudillos de Israel se reunieron en Betel y se sentaron delante del Señor hasta la tarde y lloraron amargamente.
Cuando Saúl regresó a su casa en Guibeá se unió a él un grupo de hombres de guerra cuyos corazones Dios había tocado para que fueran compañeros suyos. Sin embargo, hubo algunos malvados que dijeron: ―¿Cómo puede este hombre salvarnos?
Saúl y sus seiscientos hombres estaban acampados en las afueras de Guibeá debajo de un granado que hay en Migrón.