Cuando el Señor permitió que los israelitas no reconocieran como rey a un descendiente de David, ellos pusieron por rey a Jeroboán hijo de Nabat. Fue precisamente Jeroboán el que hizo que los israelitas cometieran el gran pecado de alejarse del Señor.
«Pero más adelante el Señor mandará terrible maldición sobre ti, tu nación y tu familia. Habrá tanto terror como nunca se vio desde la división del imperio de Salomón en los reinos de Israel y Judá. ¡El poderoso rey de Asiria vendrá con su gran ejército!».
«Toma un palo y graba sobre él estas palabras: “Este palo representa a Judá y sus tribus aliadas”. Luego toma otro palo y graba estas palabras sobre él: “Este palo representa a todas las otras tribus de Israel”.
Josué también levantó otro monumento de doce piedras en el centro del río, en el lugar donde estaban de pie los sacerdotes. Y están allí hasta el día de hoy.
Pero aunque he hecho tanto por ustedes, ustedes me han rechazado y han dicho: “Queremos un rey”. Ahora pues, preséntense delante del Señor por tribus y por clanes».