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1 Reyes 1:10 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Pero no invitó al profeta Natán, ni a Benaías, ni a los valientes que habían peleado a lado del rey, ni a su hermano Salomón.

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Biblia Reina Valera 1960

pero no convidó al profeta Natán, ni a Benaía, ni a los grandes, ni a Salomón su hermano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

pero no invitó al profeta Natán, ni a Benaía, ni a la guardia personal del rey, ni a su hermano Salomón.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

pero no invitó al profeta Natán, ni a Benaías, ni a los valientes ni a su hermano Salomón.

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La Biblia Textual 3a Edicion

pero no llamó al profeta Natán, ni a Benaías, ni a los valientes, ni a su hermano Salomón.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Pero no invitó al profeta Natán, a Benaías, a los valientes ni a su hermano Salomón.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Pero no invitó al profeta Natán, ni a Benaía, ni a los hombres valientes, ni a Salomón su hermano.

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1 Reyes 1:10
8 Tagairtí Cros  

Entonces David consoló a Betsabé, y durmió con ella. Betsabé quedó de nuevo embarazada, y dio a luz un hijo, al que David le puso el nombre de Salomón. El Señor amó al niño,


Fue por eso que el profeta Natán visitó a Betsabé, madre de Salomón, y le preguntó: «¿No te has enterado de que Adonías, el hijo de Jaguit, se ha proclamado rey, y que nuestro señor David ni siquiera lo sabe?


Él ha celebrado su coronación sacrificando bueyes, becerros y muchas ovejas, y ha invitado a todos los hijos del rey, y también al sacerdote Abiatar y al general Joab. Pero no invitó a Salomón, que ha sido un servidor muy fiel a usted.


Pero ni el sacerdote Sadoc, ni Benaías hijo de Joyadá, ni su hijo Salomón, que es muy fiel a usted, ni yo fuimos invitados.


Sin embargo, no logró conseguir el apoyo del sacerdote Sadoc, ni de Benaías hijo de Joyadá, ni del profeta Natán, ni de Simí, ni de Reguí, ni de la guardia personal del rey David, pues todos ellos eran muy leales al rey.


Un día, Adonías, el hijo de Jaguit, fue a ver a Betsabé, la madre de Salomón. ―¿Has venido con buenas intenciones? —le preguntó ella. ―Sí —le contestó—, he venido en son de paz.