¶Entró pues Jehú en Jezreel. Y cuando oyó Jezabel lo sucedido, se pintó los ojos con antimonio, y adornando su cabeza, se puso a mirar desde una ventana.
Proverbios 6:25 - Biblia Version Moderna (1929) No codicies en tu corazón su hermosura, ni dejes que ella te prenda con sus párpados; Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 No codicies su hermosura en tu corazón, Ni ella te prenda con sus ojos; Biblia Nueva Traducción Viviente No codicies su belleza; no dejes que sus miradas coquetas te seduzcan. Biblia Católica (Latinoamericana) No sueñes con su belleza, ni te dejes conquistar por sus miradas. La Biblia Textual 3a Edicion No codicies en tu corazón su hermosura, Ni te dejes prender por su mirada,° Biblia Serafín de Ausejo 1975 No desees su hermosura en tu corazón, no te seduzca con sus miradas, Biblia Reina Valera Gómez (2023) No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con sus ojos: |
¶Entró pues Jehú en Jezreel. Y cuando oyó Jezabel lo sucedido, se pintó los ojos con antimonio, y adornando su cabeza, se puso a mirar desde una ventana.
HICE pacto con mis ojos; ¿cómo pues había de fijar la mirada en una doncella?
¡Me has arrebatado el corazón, hermana mía, esposa mía; me has arrebatado el corazón, con una mirada de tus ojos, con una gargantilla de tu cuello!
Además, ha dicho Jehová: Por cuanto las hijas de Sión son orgullosas, y andan con cuello erguido, y guiñan con ojos desvergonzados, caminando con pasos melindrosos, y produciendo retintines con los pies;
Y tú, una vez desolada, ¿qué harás? Aunque te vistas de escarlata, aunque te engalanes de adornos de oro, aunque te pintes los ojos con antimonio, en vano querrás embellecerte: te desprecian tus amantes; buscan tu vida.
Y además, habéis enviado a traer hombres de lejos; a quienes fué enviado mensajero, y he aquí que vinieron: para los cuales tú te lavaste, te pintaste los ojos, y te adornaste de tus galas;
Mas yo os digo, que todo aquel que mira a una mujer para codiciarla, ya cometió adulterio con ella en su corazón.
Ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo.