Salió pues Hatac a donde estaba Mardoqueo, en la plaza de la ciudad, que caía al frente de la puerta del rey;
Proverbios 26:1 - Biblia Version Moderna (1929) COMO la nieve en el verano, y como la lluvia en la siega, así tampoco le conviene al insensato la honra. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Como no conviene la nieve en el verano, ni la lluvia en la siega, Así no conviene al necio la honra. Biblia Nueva Traducción Viviente Como la nieve no es para el verano ni la lluvia para la cosecha, tampoco el honor es para los necios. Biblia Católica (Latinoamericana) Ni nieve en verano, ni lluvia en la cosecha: tampoco convienen honores a un tonto. La Biblia Textual 3a Edicion Ni la nieve al verano ni la lluvia a la siega, Ni la honra al necio les van bien. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Como nieve en verano y lluvia en la siega, así la gloria desdice del necio. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Como la nieve en el verano, y la lluvia en la siega, así no conviene al necio la honra. |
Salió pues Hatac a donde estaba Mardoqueo, en la plaza de la ciudad, que caía al frente de la puerta del rey;
Por todos lados andan los malos, cuando los viles son ensalzados entre los hijos de los hombres.
en cuyos ojos el vil es despreciado: mas honra a los que temen a Jehová; el que jura en perjuicio suyo, y no vacila en cumplir;
¿POR qué te jactas de maldad, oh hombre poderoso? la misericordia del Todopoderoso es continua.
Al insensato no le está bien una lengua facunda; ni menos al príncipe una lengua mentirosa.
La vida regalada no está bien al insensato; mucho menos al siervo tener dominio sobre príncipes.
El látigo para el caballo, el cabestro para el asno, y la vara para las espaldas de los insensatos.
Como atado de joyas en un montón de piedras, es la honra que se da al insensato.
El príncipe falto de entendimiento es también un gran opresor; mas aquel que aborrece las ganancias injustas prolongará sus días.
Pero si no, salga de Abimelec fuego que devore a los vecinos de Siquem y de la Casa-fuerte; y salga fuego de los vecinos de Siquem y de la Casa-fuerte, que devore a Abimelec.
Y habiéndoselo dicho a Joatam, éste se fué y púsose sobre la cumbre del monte Gerizim; y alzando la voz, clamó, y les dijo: Oídme, señores de Siquem, para que os oiga Dios.