Pero Jesús respondiendo, les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis acaso beber la copa que yo voy a beber? Le dicen: Sí, podemos.
Mateo 26:42 - Biblia Version Moderna (1929) Se fué de nuevo, por segunda vez, y oró diciendo: ¡Padre mío, si esta copa no puede pasar, sin que yo la beba, hágase tu voluntad! Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces Jesús los dejó por segunda vez y oró: «¡Padre mío! Si no es posible que pase esta copa a menos que yo la beba, entonces hágase tu voluntad». Biblia Católica (Latinoamericana) De nuevo se apartó por segunda vez a orar: 'Padre, si esta copa no puede ser apartada de mí sin que yo la beba, que se haga tu voluntad. La Biblia Textual 3a Edicion Y yendo de nuevo, oró por segunda vez, diciendo: ¡Padre mío, si esto° no puede pasar sin que lo beba, hágase tu voluntad! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Se alejó por segunda vez y de nuevo estuvo orando: '¡Padre mío: si esto no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad!'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. |
Pero Jesús respondiendo, les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis acaso beber la copa que yo voy a beber? Le dicen: Sí, podemos.
Y pasando un poco más adelante, cayó sobre su rostro, y oró, diciendo: ¡Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa! mas no como yo quiero, sino como tú.
Y viniendo otra vez, los halló dormidos; porque sus ojos estaban cargados de sueño.
Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
Y dijo: ¡Abba, Padre, todas las cosas a ti son posibles! ¡aparta de mí, esta copa! empero no lo que yo quiero, sino lo que tú.
diciendo: Padre, si tú quieres, aparta de mí esta copa; pero no sea hecha mi voluntad, sino la tuya.
Porque descendí del cielo no para hacer mi propia voluntad, sino la voluntad de aquel que me envió.
Porque no tenemos un sumo sacerdote que sea incapaz de compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo punto, así como nosotros, mas sin pecado.