Llegóse entonces a ella, al lado del camino, y dijo: ¡Ea pues, ruégote me dejes llegar a ti! porque no sabía que era ella su nuera. Mas ella dijo: ¿Qué me darás por llegarte a mí?
Mateo 26:15 - Biblia Version Moderna (1929) y dijo: ¿Qué queréis darme para que yo os le entregue? Y le pagaron treinta siclos de plata. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. Biblia Nueva Traducción Viviente y preguntó: «¿Cuánto me pagarán por traicionar a Jesús?». Y ellos le dieron treinta piezas de plata. Biblia Católica (Latinoamericana) y les dijo: '¿Cuánto me darán si se lo entrego?' Ellos prometieron darle treinta monedas de plata. La Biblia Textual 3a Edicion y dijo:° ¿Qué queréis darme para que yo os lo entregue? Y ellos le fijaron treinta piezas de plata.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 y les dijo '¿Cuánto me queréis dar, y yo os lo entregaré?'. Ellos le fijaron treinta monedas de plata. Biblia Reina Valera Gómez (2023) y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y convinieron con él por treinta piezas de plata. |
Llegóse entonces a ella, al lado del camino, y dijo: ¡Ea pues, ruégote me dejes llegar a ti! porque no sabía que era ella su nuera. Mas ella dijo: ¿Qué me darás por llegarte a mí?
Si el buey acorneare a un siervo o a una sierva, el dueño pagará treinta siclos de plata al amo de ellos, y el buey será apedreado.
Además, los perros son comilones, no conocen la hartura; también los mismos pastores nada saben de inteligencia, todos ellos se apartan por su propio camino; cada cual va tras su ganancia, sin excepción alguna.
Mas si fuere respecto de hembra, será tu valuación de treinta siclos.
(Pues este hombre adquirió un campo con el premio de su iniquidad, y cayendo boca abajo, reventó por medio, y derramáronse todas sus entrañas.
no dado al vino, no peleador, sino apacible; no rencilloso, no codicioso de torpe ganancia;
También en avaricia, con palabras engañosas, harán tráfico de vosotros; el juicio de los cuales ya de largo tiempo atrás no se tarda, y su destrucción no se duerme.
Subieron pues a donde estaba ella los príncipes de los Filisteos, y le dijeron: Engáñale, para que veas en que consiste su gran fuerza, y de qué manera podremos prevalecer contra él, a fin de amarrarle, para poderle sujetar; y nosotros te daremos cada uno mil y cien siclos de plata.
Díjole pues Mica: Quédate conmigo, y séme padre y sacerdote, y yo te daré diez siclos de plata al año, y el ordinario de vestidos, y tu vitualla. Con lo cual el levita entró.