La pereza hunde en un sueño profundo; y el alma negligente padecerá hambre.
Mateo 20:6 - Biblia Version Moderna (1929) Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban allí, y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día ociosos? Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? Biblia Nueva Traducción Viviente »A las cinco de la tarde, se encontraba nuevamente en la ciudad y vio a otros que estaban allí. Les preguntó: “¿Por qué ustedes no trabajaron hoy?”. Biblia Católica (Latinoamericana) Ya era la última hora del día, la undécima, cuando salió otra vez y vio a otros que estaban allí parados. Les preguntó: '¿Por qué se han quedado todo el día sin hacer nada?' La Biblia Textual 3a Edicion Y saliendo hacia la° undécima, halló a otros parados; les dice: ¿Por qué habéis estado aquí todo el día desocupados? Biblia Serafín de Ausejo 1975 Salió aún hacia la hora undécima, encontró a otros que estaban allí y les pregunta: '¿Cómo estáis aquí todo el día sin trabajar?'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y saliendo cerca de la hora undécima, halló otros que estaban ociosos, y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día ociosos? |
La pereza hunde en un sueño profundo; y el alma negligente padecerá hambre.
Todo cuanto hallare que hacer tu mano, hazlo con tus fuerzas; porque no hay obra, ni empresa, ni ciencia, ni sabiduría en el sepulcro adonde vas.
He aquí que fué esta la iniquidad de tu hermana Sodoma: La soberbia, la hartura de pan y el reposo próspero, que tenía ella y sus hijas; y no apoyaba la mano del pobre y del menesteroso.
Salió otra vez cerca de la hora sexta, y de la nona, e hizo lo mismo.
Dícenle: Porque nadie nos ha contratado. Díceles: Id vosotros también a la viña.
Viniendo, pues, los que habían idocerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.
Es menester que yo haga las obras de aquel que me envió, mientras es de día: la noche viene cuando nadie puede trabajar.
(Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, no se ocupaban en otra cosa sino en decir o en oír alguna cosa nueva.)
que no seáis indolentes, sino imitadores de aquellos que, por medio de la fe y la paciencia, heredan las promesas.