He escuchado atentamente a Efraim que así se lamentaba: ¡Tú me castigaste, y yo fuí castigado, como novillo no acostumbrado al yugo! ¡hazme volver, y yo me volveré a ti, porque tú eres Jehová mi Dios!
Derramaré también sobre la casa de David, y sobre los habitantes de Jerusalem, espíritu de gracia y de suplicación; y mirarán a mí, a quien traspasaron; y se lamentarán a causa del que hirieron, como quien se lamenta a causa de un hijo único, y estarán en amargura por él, como uno que está en angustia por su primogénito.
Y al momento, por segunda vez, cantó un gallo. Y acordóse Pedro de la palabra que Jesús le había dicho: Antes que cante el gallo dos veces, me negarás tres veces. Y al pensar en ello, lloró.
Y volviéndose el Señor, fijó la mirada en Pedro. Y acordóse Pedro de la palabra del Señor, como le había dicho: Antes que cante el gallo, hoy, me negarás tres veces.