¡Sírvante pueblos, y póstrense delante de ti naciones: seas señor de tus hermanos, e inclínense a ti los hijos de tu madre! ¡Los que te maldijeren sean malditos, y benditos los que te bendijeren!
Génesis 50:18 - Biblia Version Moderna (1929) Vinieron también sus hermanos, y cayeron delante de su rostro, y decían: ¡Henos aquí, siervos tuyos! Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces sus hermanos llegaron, y se arrojaron al suelo delante de José y dijeron: —Mira, ¡somos tus esclavos! Biblia Católica (Latinoamericana) Sus hermanos vinieron y se echaron a sus pies, diciendo: 'Aquí nos tienes, somos tus esclavos. La Biblia Textual 3a Edicion Entonces sus hermanos fueron y se postraron ante él,° y dijeron: ¡Henos aquí por esclavos tuyos! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Sus hermanos vinieron a postrarse ante él y le dijeron: 'Aquí nos tienes. Esclavos tuyos somos'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y vinieron también sus hermanos, y se postraron delante de él, y dijeron: He aquí, somos tus siervos. |
¡Sírvante pueblos, y póstrense delante de ti naciones: seas señor de tus hermanos, e inclínense a ti los hijos de tu madre! ¡Los que te maldijeren sean malditos, y benditos los que te bendijeren!
y le hizo subir en la segunda carroza que tenía; y pregonaban delante de él: ¡Doblad la rodilla! poniéndole así sobre toda la tierra de Egipto.
Y era José el gobernador de la tierra; era él quien vendía el grano a todo el pueblo de la tierra. Vinieron pues los hermanos de José, y se le postraron rostro a tierra.
Así vino Judá con sus hermanos a casa de José (pues éste estaba allí todavía), y cayeron a tierra en su presencia.
Y dijo José a sus hermanos: ¡Yo soy José! ¿Vive mi padre todavía? Mas sus hermanos no podían responderle, porque estaban turbados delante de él.
Así diréis a José: Perdona, a mi ruego, el delito de tus hermanos y su pecado; porque se portaron mal contigo. Ahora pues perdona, te rogamos, el delito de los siervos del Dios de tu padre. Y lloraba José mientras hablaban con él.
Pero José les dijo: No temáis; ¿pues estoy yo acaso en lugar de Dios?