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Éxodo 20:17 - Biblia Version Moderna (1929)

¶No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer del tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo.

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Biblia Reina Valera 1960

No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

»No codicies la casa de tu prójimo. No codicies la esposa de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su burro, ni ninguna otra cosa que le pertenezca».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

No codicies la casa de tu prójimo. No codicies su mujer, ni sus servidores, su buey o su burro. No codicies nada de lo que le pertenece.

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La Biblia Textual 3a Edicion

No codiciarás° la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

No codiciarás la casa de tu prójimo; ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada de lo que es suyo'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la esposa de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

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Éxodo 20:17
41 Tagairtí Cros  

jurando que desde un hilo hasta la correa de un zapato, nada tomaré de lo que es tuyo; para que nunca digas: Yo enriquecí a Abram;


Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era una delicia para los ojos, y árbol deseable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto, y comió; y dió también a su marido, cuando con ella estaba, y él comió.


¿No serán nuestros sus ganados y sus riquezas y todas sus bestias? Tan sólo consintamos con ellos, y habitarán con nosotros.


HICE pacto con mis ojos; ¿cómo pues había de fijar la mirada en una doncella?


Si mi corazón se ha dejado seducir en cuanto a mujer, y he puesto asechanza junto a la puerta de mi prójimo;


Porque el inicuo se jacta del deseo de su alma, y despojando al pobre, renuncia y desprecia a Jehová.


¡Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la codicia!


Más que toda cosa guardada, guarda tu mismo corazón; porque manan de él las resultas de la vida.


Así sucede con aquel que se llegare a la mujer de su prójimo: ninguno que la tocare quedará sin castigo.


Hombre hay que es solo, sin otro que le acompañe: ni siquiera hijo ni hermano tiene; y con todo, no hay fin de todo su afán, ni sus ojos se sacian de las riquezas. ¿Para qué pues, debería decir, me afano, y a mí mismo me privo del bien? ¡Esto también es vanidad y trabajo ímprobo!


Aquel que anda en justicias y habla rectitudes, que rechaza con desprecio la ganancia de opresiones, que sacude sus manos de contacto con los sobornos, que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias, que cierra sus ojos para no ver el mal;


A causa de la iniquidad de su codicia, me indigné, y le castigué repetidas veces; escondí mi rostro, estando indignado: y él siguió andando perversamente en el camino de su corazón.


Empero tus ojos y tu corazón están puestos solamente en tu ganancia injusta, y en la sangre inocente, para derramarla, y en la opresión y en la violencia, para practicarlas.


Son parecidos a caballos bien comidos por la mañana; cada cual relincha tras la mujer de su prójimo.


Y vienen a ti como viene el pueblo, y se sientan delante de ti como pueblo mío, y oyen tus palabras; mas no las ponen por obra; porque con su boca manifiestan mucho amor; pero su corazón va tras de su lucro.


Asimismo codician campos, y se apoderan de ellos; casas también, y se alzan con ellas; así oprimen con fraude a uno, y le quitan su casa; a otro, y le arrebatan la herencia.


¡Ay de aquel que adquiere mala ganancia para su casa, a fin de poner en alto su nido, y librarse así de las garras del mal!


¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿o es malo tu ojo, porque yo soy bueno?


Mas yo os digo, que todo aquel que mira a una mujer para codiciarla, ya cometió adulterio con ella en su corazón.


Les dijo, pues: Mirad, y guardaos de toda suerte de codicia; porque la vida del hombre no consiste en la  abundancia de los bienes que posee.


¶Y los fariseos que eran amadores del dinero, oían todas estas cosas, y se mofaban de él.


No codicié la plata, ni el oro ni el vestido de nadie.


Quedándose como estaba, ¿no se te quedaba para ti? y vendido, ¿no estaba en tu mismo poder? ¿Cómo es que has concebido esta cosa en tu corazón? ¡no has mentido a los hombres, sino a Dios!


Porque esto:No cometerás adulterio;No matarás;No hurtarás;No codiciarás;y cualquier otro mandamiento que haya, en esta palabra se resume, es a saber: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.


¿Qué diremos pues? ¿Es acaso la ley pecado? ¡No se diga nunca! Al contrario, no hubiera yo conocido el pecado, excepto por medio de la ley: pues no hubiera conocido la concupiscencia si la ley no hubiera dicho: No codiciarás.


ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los rapaces, heredarán el reino de Dios.


¶Empero la fornicación y toda suerte de inmundicia, o avaricia, ni siquiera se mienten entre vosotros, como conviene a santos:


Porque esto lo sabéis con certeza, que ningún fornicario, ni persona impúdica, u hombre avaro, el cual es idólatra, tiene herencia alguna en el reino de Cristo y de Dios.


Ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo.


Las esculturas de sus dioses quemarás a fuego: no codiciarás la plata y el oro que hubiere sobre ellas, ni lo tomarás para ti, no sea que te sirva de lazo; porque esto es una abominación para Jehová tu Dios.


cuyo fin es la perdición, cuyo dios es su vientre, y su gloria es en su vergüenza; los cuales piensan sólo en lo terrenal.


¶Haced morir pues vuestros miembros que están sobre la tierra a saber: fornicación, inmundicia, pasiones desordenadas, malos deseos, y avaricia, la cual es idolatría;


Sea vuestro carácter sin rastro de amor al dinero; estando contentos con lo que tuviereis: porque Él mismo ha dicho: No te dejaré, ni te desampararé.


Pues ví entre los despojos un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y una barra de oro, del peso de cincuenta siclos; y los codicié, y los tomé: y he aquí que están escondidos en la tierra en medio de mi tienda; y el dinero debajo del manto.


Heme aquí; testificad contra mí delante de Jehová y delante de su ungido, o cúyo buey he tomado, o cúyo asno he tomado, o a quién he hecho extorsión, o a quién he oprimido, o de cúya mano he admitido un regalo para cegar mis ojos con él; y se lo devolveré.


¿Por qué pues no has obedecido a la voz de Jehová, sino que te abalanzaste al despojo, y has hecho lo que es malo a los ojos de Jehová?