Entonces dijo el hombre: Esta vez, hueso es de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Hembra, porque del hombre fué ella tomada.
Efesios 5:29 - Biblia Version Moderna (1929) Pues nadie jamás aborreció a su propia carne, sino que la sustenta y regala, así como Cristo también a la iglesia; Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, Biblia Nueva Traducción Viviente Nadie odia su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida tal como Cristo lo hace por la iglesia. Biblia Católica (Latinoamericana) Y nadie aborrece su cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida. Y eso es justamente lo que Cristo hace por la Iglesia, La Biblia Textual 3a Edicion porque ninguno aborreció jamás su propio cuerpo, al contrario, lo sustenta y cuida,° como también el Mesías a la iglesia, Biblia Serafín de Ausejo 1975 pues nadie jamás odió a su propia carne, sino que la alimenta y la cuida, como también Cristo a la Iglesia, Biblia Reina Valera Gómez (2023) Porque ninguno aborreció jamás a su propia carne, antes la sustenta y la cuida, como también el Señor a la iglesia; |
Entonces dijo el hombre: Esta vez, hueso es de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Hembra, porque del hombre fué ella tomada.
El hombre bondadoso hace bien a su propia alma; pero el cruel atormenta a su misma carne.
Así pues el insensato se está con las manos cruzadas, y come su misma carne.
Como pastor, apacentará su grey; en su brazo recogerá los corderitos, y los llevará en su seno, y conducirá suavemente a las recién paridas.
Entonces el árbol del campo dará su fruto, y la tierra dará su producto; y ellas estarán seguras sobre su propio suelo; y conocerán que yo soy Jehová, cuando yo haya roto las coyundas de su yugo, y las haya librado de mano de aquellos que se servían de ellas.
¡Jerusalem! ¡Jerusalem! que matas a los profetas, y apedreas a los que son enviados a ti, ¡cuántas veces quise recoger a tus hijos, como la gallina recoge sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!
Mirad las aves del cielo, cómo ellas no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta: ¿no valéis vosotros mucho más que ellas?
sin entendimiento, infieles en los pactos, sin afecto natural, sin misericordia:
Así también deben los hombres amar a sus propias mujeres, como a sus mismos cuerpos: el que ama a su mujer, se ama a sí mismo.
porque nosotros somos miembros de su cuerpo, participantes de su carne y de sus huesos.
Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y quedará unido a su mujer: y los dos serán una misma carne.